Lubrín, un pueblo blanco con identidad propia

La Fiesta del Pan es su mayor atractivo turístico y cultural

Mónica León
11:22 • 21 dic. 2015

Situado en la parte más oriental de la Sierra de los Filabres, sobre una colina al pie del Cerro de San Marcos, encontramos Lubrín, un bonito pueblo almeriense de casitas blancas y adornadas con gusto por sus vecinos. Se trata de un pueblo tranquilo, de esos que llaman al descanso y a perderse por sus calles al menos un par de días. Y es que en este municipio, también conocido como 'Valle hermoso', parece no haber pasado el tiempo.




Lubrín es un pueblo de tradiciones y con identidad propia. Aunque son muchos los atractivos turísticos que invitan a visitar Lubrín, sin duda el mayor reclamo es su peculiar Fiesta del Pan, que se celebra todos los años el 20 de enero en honor a su patrón, San Sebastián. Tanto es así que ha sido declarada de Interés Turístico Nacional de Andalucía, llegando a congregar a cerca de un millar de personas cada edición.




El día de la Fiesta del Pan es el día grande del pueblo, donde el hermanamiento entre vecinos y turistas es total, hay cohetes, cientos de roscas y rosquillas de pan, una procesión tradicional... Pero lo más significativo es, sin duda, el pan y su abundancia, ya que se entregan estas roscas a la salida o bien son arrojadas desde los balcones durante el recorrido.




En Lubrín todo el mundo participa en esta fiesta, donde hay cuatro grupos de personas bien definidos: el de los lanzadores, encargados de arrojar el pan desde los balcones y o ventanas que hay en el recorrido de la procesión; el de las personas de avanzada edad y algunos visitantes, que permanecen observando estusiasmados el show; el grupo de los encargados de conducir con maestría y proteger el trono de San Sebastían y, por último, el de los 'rosqueros', los que pelean en la noble batalla callejera por coger en el aire los roscos lanzados. El espectáculo está garantizado.




Se dice que esta fiesta se pudo originar en la época del señorío y recuperación de las cosechas de cereales después de años de pobreza. Hoy, este acto religioso es una ofrenda a los más necesitados.




Pero Lubrín es mucho más. Es buena gastronomía, bellos paisajes, patrimonio, cultura... Por todo esto, hay que darse el capricho de conocerla.






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