Es difícil resaltar algunos de los rincones típicos de Canjáyar porque ya el pueblo en su conjunto lo es. Se nos aparece a medida que nos acercamos, como un bello decorado blanco y verde, resultado del reflejo de las limpias paredes de sus casas encaladas y el verde de los huertos, testigos hoy residuales de la alfombra esmeralda formada por los jugosos tallos de los parrales que cubrían las tierras de labor.
Una de las estampas más impactantes del pueblo cuando tras las curvas de la carretera podemos contemplar el entramado urbano es sin duda, el Cerro de San Blas, coronado por su ermita. Esta atalaya en la que se asentaba la fortaleza musulmana guardián del paso natural por el valle del Andarax hacia el resto de la Alpujarra, es lugar de peregrinación en procesión en la festividad del santo pero sobre todo, adquiere un protagonismo especial cada veinte de abril con la llegada de la procesión de la Santa Cruz del Voto, la patrona de la villa para desde allí impartir la bendición a los campos.
Hoy, la atalaya cuenta con el mirador dedicado a Manolo del Águila, el poeta y compositor almeriense enamorado del pueblo y fascinado por la leyenda y la historia de su Santa Cruz y autor de su himno. Desde el emplazamiento, se divisan todas las tierras del municipio y el bravo relieve que vertebran sus dos ríos.
Desde el mirador anterior se puede observar al frente, descansando sobre su llano en la Sierra de Gádor, la Barriada de Alcora convertida hoy en zona residencial, con viviendas familiares esparcidas entre floridos jardines e integradas en armonía con el entorno rural tradicional.
Alberga Alcora las instalaciones de la Real Fábrica de Fundación. Creada por Carlos III en el siglo XVIII y dedicada a la fundición del mineral de plomo de la sierra y que constituyó uno de los pilares fundamentales de la economía almeriense (salarios, transporte, servicios, etc.) y se exportaba vía marítima desde la rada de Almería previo acarreo por el “Camino Real” a puertos del litoral español y extranjeros. Hoy, las instalaciones conservadas gracias al cuidado de la familia Soria se complementan con el centro de interpretación situado en sus proximidades.
El recorrido por la barriada se completa con los muchos rincones que nos sorprenden en nuestro paseo y con las instalaciones (ermita de María Auxiliadora, parques recreativos y de juegos, etc.).
Historia
Uno de los lugares típicos con especial importancia histórica, paisajística y también relacionada con la religiosidad popular es sin duda la “Placeta”, llamada Plaza del Encuentro y desde la antigüedad ha sido el primer espacio urbano público al estar situado al sur, en la zona habitada desde la que el pueblo fue creciendo hacia el norte.
Su nombre lo recibe por ser el lugar en el que el Jueves Santo tiene lugar en un momento de gran fervor popular el encuentro entre Jesús y la Virgen María. Es probable que durante el periodo musulmán existiese en este lugar una mezquita y que la actual fuente poligonal trate de recordar a la de las abluciones de la mezquita hispanomusulmana y el susurro de su agua rompe la exquisita sensación de paz y el silencio del entorno. Esta fuente ya aparece citada en la documentación oficial, al menos desde 1691. Existe en el recinto una de las casas burguesas destacables en cuya pared se encuentra un reloj de sol que por su esbelta sencillez añade un elemento decorativo que completa la personalidad del inmueble. A la espalda de este inmueble se encuentra uno de los hitos visuales que identifica al pueblo. Se trata del enorme pino piñonero centenario del huerto de la Casa de Auxilio Social, inmueble ligado a distintas épocas de la historia del pueblo. En sus inmediaciones y hacia la calle Real se encontraba una de las almazaras del municipio con probable uso desde la Edad Media.
En el otro extremo de la población, en lo que conocemos como el Barrio Alto encontramos varios rincones de singular belleza, algunos de los cuales se ocultan tras las tapias encaladas como es el jardín de la casa de María Navarro, con un hermoso huerto que nos evoca los cármenes granadinos en el que el agua del estanque y las variadas plantas que lo decoran nos trasportan a un escenario bucólico protagonizado por las flores, las plantas decorativas, las cañas de bambú, los cipreses y el susurro del agua en las acequias evocan los aires granadinos.
En las inmediaciones de la casa anterior podemos encontrar dos elementos urbanos que conforman rincones típicos como es el caso del entorno de la fuente a la que da nombre el barrio. Esta fuente de la que tenemos noticias desde finales del siglo XVII. El pilar construido en un solo bloque de sillería se encuentra empotrado en la pared del balate. Su primitiva función era doble: por un lado, servir de aprovisionamiento de agua potable a la población de este extremo del pueblo y también para bebida de las caballerías que regresaban o iban a sus labores en el campo.
La fuente y su entorno cercano conocido como la Alcachata, conforman uno de los rincones más coquetos del pueblo con un encanto especial enriquecido con los restos de moreras cuyo origen pude estar en el cultivo ancestral de las hojas para la cría del gusano de seda, producto que extendía su fama por todo al-Ándalus y era un objeto de lujo exportado por el embarcadero almeriense.
En el otro extremo del pueblo, al pie del cerro de San Blas, en las faldas de lo que conocemos como El Castillejo encontramos además de algunas de las cuevas más representativas del hábitat troglodítico del pueblo que ya aparece citado en algunas fuentes árabes como Al- Giran (Las Cuevas), la fuente más monumental del municipio: la Fuente Larga construida para el abasto del barrio y como bebedero para los animales de carga en la salida y entrada del pueblo. La fuente, las cuevas, el monumento de la Cruz de los Caídos y el mirador sobre el Rio Chico conforman otro de los parajes interesantes de este pueblo alpujarreño.
Plazuela del Mesón
Desde la “Plaza Vieja” o de La Constitución (nombre oficial) hacia el camino que baja hasta el Río Chico, antes de iniciar el descenso, encontramos la plazuela del Mesón y en sus inmediaciones se encuentra uno de los rincones más coquetos de este barrio, justo antes de comenzar el descenso del camino que baja al Rio Chico por el cantón.
EN EL MESON: SE DESAMORTIZAN:
-Una casa que servía de posada en la Plaza del Mesón, con una superficie de 158,3 m2, cuya renta abonaba en 1856 Antonio Casimiro. Fue rematada por Nicolás Aquino el 31 de mayo de 1863 en 67.500 rs.
- Otro inmueble en la calle del Mesón rematado por Juan Toranzo Martínez el 15 de julio de 1862 en la cantidad de 13.200 rs.
Una de las particularidades de Canjáyar son los lugares conocidos como “cantones”. Estos rincones permiten unas vistas panorámicas sobre el estrecho valle del río con su bosque galería y las laderas de los cerros rojos, faldas de Sierra Nevada tendidas y allá en lo alto la blanca y elegante silueta de Ohanes.
Rafael Navarro Egea, autor del callejero histórico de la Villa escribe sobre ellos:”…quizá sea una particularidad de Canjáyar, pero lo cierto es que existen tres vías urbanas que si bien según sus rótulos actuales son calles y el pueblo, desde hace muchos años, yo diría desde siempre las denomina cantones y se caracterizan porque sus edificaciones ocupan tan solo uno de sus márgenes, en tanto que el otro, totalmente despejado, viene a ser un mirador sobre el río Chico, la vega, parte del casco urbano y el templete de la Cruz Blanca.
Estos cantones son el de Trifulcas, el de Buenavista y el de Pizarro que aunque como calles, ya figuran en el padrón de habitantes más antiguo que se conserva en el archivo municipal, el de 1886, aunque en otros documentos de diversa naturaleza, anteriores en el tiempo, figuran con otros nombres: el de las Trifulcas con el de Carreño, el de Buenavista con el del Cura y el de Pizarro con el de Ávila.
En lo que se refiere al cantón de las Trifulcas, en parte ha perdido las características propias de los cantones, desde que el Ayuntamiento construyó delante un edificio con destino a matadero municipal que le impide casi totalmente ser un mirador.
Por último diremos que el cantón de Buenavista, en los padrones de habitantes de 1886, 1889 y 1895, figura como calle, a nuestro juicio con buen gusto, por su belleza y luminosidad aparece como Paseo de Buenavista “.
Aunque no es propiamente un rincón típico sino un rosario de elementos urbanos que destacan bien por su sencillez, o su monumentalidad pero que aúnan dos elementos naturales que en Canjáyar forman parte inseparable del paisaje: la piedra y sobre todo, el agua. Nos estamos refiriendo a las fuentes, algunas de las cuales ya las hemos reseñado más atrás.
El tema de las aguas en Canjáyar ha sido tratado mucho y bien (José María Esteban-2017- Gracia Navarro- 2011 y 2017-Alfonso Ruiz -2017- y Rafael Navarro en varias ocasiones) no sólo con el agua como elemento esencial para el abasto público y la agricultura, sino también como factor y elemento básico en uno de los componentes que mayor empaque estético aportan al paisaje urbano, nos estamos refiriendo a las fuentes.
Canjáyar, cuyo abastecimiento de agua lo recibe en su parte alta, ha tenido la facilidad de poder distribuir sus fuentes a lo largo del entramado poblacional en función de las necesidades. A esta distribución se han ido uniendo en el tiempo nuevas fuentes conmemorativas de acontecimientos ligados a la rica historia del municipio. De esa relación nació la “Ruta de las Fuentes” que recoge el emplazamiento y la pequeña historia de estos equipamientos. De esta ruta queremos reseñar algunas fuentes que sin constituir propiamente un rincón típico si contribuyen a dar personalidad y belleza (a veces, ingenua) a los rincones donde se ubican:
La Fuente Larga, la más monumental del municipio, proyectada por el arquitecto López Rull en 1885. Situada a la entrada del pueblo en las inmediaciones de la Cruz de los Caídos y de las primeras cuevas del Cerro del Castillejo, constituye junto con el entorno y el mirador sobre la vega uno de los rincones pintorescos de la Villa.
La Fuente del IV Centenario, construida con motivo del magno acontecimiento para Canjáyar que supuso la conmemoración de los cuatrocientos años de la aparición el 19 de abril de 1611 de la sagrada reliquia de la Santa Cruz del Voto, patrona del pueblo junto con San Antonio Abad. Construida en 2009, se encuentra en las inmediaciones del Colegio Público y contribuye a la estética de este paraje.
Fuente de San Antón, cerca de los cantones y de la calle Cirujano se encuentra esta coqueta fuente dedicada a San Antón que ha sido el patrono del pueblo desde la repoblación tras la expulsión de los moriscos y hasta el nombramiento de la Santa Cruz del Voto como copatrona. Construida en piedra natural en 2010. Está decorada con un azulejo del santo y conforma con la calle encalada que parte de la fuente hacia el centro, un rincón con un encanto especial.
Hemos dejado para el final de este breve recorrido la más humilde pero no menos entrañable de las fuentes canjilonas: la Fuente Chica se encuentra en la calle de Paquita Guzmán, en el antiguo camino de salida del pueblo hacia Padules. El origen de esta fuente está en un primitivo partidor del agua que se distribuía hacia las fuentes del centro y se remodeló incrustándola en el muro en 2009.
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