Las cajas de ahorros

 Para algo ha de servir la cabeza llena de canas que cuenta los años por décadas. Yo asistí en los sesenta al inicio del desarrollo almeriense, si no como protagonista notable, al menos como testigo presencial. Gran parte del esplendor socioeconómico de la provincia del que tanto hablamos hoy, se sostenía entonces por el concepto social y hasta semirreligioso del lucro bueno. 
Y dentro de esta concepción, todavía con resonancias decimonónicas, la parte de renta no dedicada al consumo. era luego dedicada a la cultura en general, o sea , a conciertos de música clásica y de vanguardia; a cíclicas exposiciones de pintura y escultura donde podías encontrarte no raramente con los autores de las obras, a conferenciantes famosos y menos famosos donde el Aula de Cultura se convertía en una universidad, no ya a distancia sino en la misma puerta de tu casa. Por si fuera poco, las cajas de ahorros funcionaron también como editoras de libros. La gran obra histórica del Padre Tapia hubiera sido imposible de no haber mediado el apoyo financiero constante de la institución. Con menor relieve, por supuesto, mi libro sobre la Biografía de Perceval fue en buena parte ayudada por el movimiento ahorrador. Quisiera decir, en suma, que a pesar del franquismo chato y garbancero para ideología que no fuera la suya, pudimos escribir , leer, oir música, ver y gozar del arte sin necesidad de tener que saltarnos un durísimo 21% de IVA. Por lo que respecta a Almería, aquí no hubo Bankias de cuello duro ni cajas de ahorros saqueadas por los lobos politizados de la democracia. En aquellos años el Jefe del Consejo de Administración era el señor Obispo. Existían las casas de empeño donde un anillo valioso o un reloj de oro podía salvar aún una hipoteca o un amargo desahucio . ¿A quién se le ocurriría meter en los consistorios a los mismos zorros dueños del gallinero? No digo que en otro tiempo no hubiesen nepotismos y enchufes, amén de otras facturas s especiales como los carísimos vinos y las comilonas de infarto, pero no conocíamos todavía al profesional del saqueo elegido por votación. Ya no hay tanta conferencia pagada ni tanto sobresaliente concierto con figura internacional. Pasaron sobre nuestras Cajas como pasa el viento de noviembre sobre nuestros parques silenciosos.

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