El fiasco del chiringuito

`La alcaldesa prefirió callar y no hacer nada hasta que el proyecto decayó por ausencia de interés industrial`

Antonio Felipe Rubio
01:00 • 12 feb. 2016

El personaje que mayor protagonismo y visibilidad ha alcanzado tras el fiasco del proyecto de “chiringuito de Mónsul” promovido por la Junta de Andalucía es la alcaldesa de Níjar, Esperanza Pérez. La regidora se ha apresurado a expresar y emitir su gran alegría por la retirada del proyecto, definitivamente descartado por la Junta de Sevilla.
La Junta, al no encontrar aspirantes a tan problemática instalación, decidió ampliar el plazo arguyendo el peregrino recurso de cambio de denominación del sistema de evacuación y contención de residuos; así, incluyendo una modificación en el pliego, podría volver a correr el plazo e intentar convencer las reticentes iniciativas a emprender este conflictivo proyecto que, en todo momento, ha sido calificado por Medio Ambiente de “exquisito cuidado, previendo todos los preceptos medioambientales y acomodo a la legislación vigente”.
Incluso, según publica “Noticias de Níjar”: El delgado de Medio Ambiente ha reconocido que cuando se conoció el proyecto, desde el Ayuntamiento de Níjar “se habían expresado algunas reservas” sobre su idoneidad. Sin embargo, según Martínez, una vez que se aclararon los puntos que presentaban dudas, no ha habido problemas y “el Ayuntamiento no ha presentado alegaciones”.   
Y aquí es donde se desvela el papel de la alcaldesa de Níjar: silencio y connivencia con la Junta, hasta estallar en alegría al retirarse el proyecto. O sea, la alcaldesa se alegra por no hacer nada, ya que no presentó alegación alguna. Todo lo contrario; prefirió callar y dejar hacer a la Junta hasta que el proyecto decayó por ausencia de interés industrial. De haber interesados, hoy tendríamos la alegría de la alcaldesa por el desbordante interés y concurrencia mostrados para este “magnífico proyecto que otorga un notable valor añadido a la extraordinaria promoción del Parque Natural por parte de La Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Níjar y tal y tal”. 
La actuación de la alcaldesa es de manual de seguidismo y vasallaje que tradicionalmente impone la Junta del PSOE de Sevilla aunque intente edulcorar con un brote de sensibilidad, diálogo, etc. hacia las voces críticas. Vamos, que ahora a la Junta se le ablanda el corazón y las meninges y se vuelve sensible a las voces críticas y reivindicativas; exactamente igual que su “sensibilidad” para el Materno-Infantil, remodelación de Plaza Vieja y Casa Consistorial u once años demorando la A-92, sin olvidar el actual arranque de pitacos que cuenta con idéntica contestación social, y ya verán cómo atiende la Junta esas sensibilidades contrarias a sus caprichos.
El problema del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar es fruto de un nefasto modelo de gestión, incapaz de aportar riqueza y promoción de alcance. Con el argumento de la singularidad y virginidad se ha logrado llevar a la ruina a los propietarios de parcelas cuyo horizonte de negocio se centra en la contemplación del pastizal y precaver dónde pisas. Lo que en otros lugares es una bendición y fuente de riqueza aquí es una maldición, sin olvidar esperpentos de alcance planetario como el Hotel Algarrobico que enredó la Junta hasta límites hilarantes; y sin despreciar el “emblemático” derrumbamiento del Cortijo del Fraile.
Necesariamente tiene que existir otra alternativa que no pase por el afloramiento de encendidas polémicas ante cualquier actuación en el Parque. Ya no digamos sobre iniciativas privadas que contemplan el escenario como el templo de la estulticia. En definitiva, que todo se ha solucionado para seguir lo mismo que estábamos: progreso.







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