De niño y adolescente, mi actor favorito era Harrison Ford, y en lo que se refiere al cine de acción ‘puro y duro’, siempre he sentido debilidad por Bruce Willis -buena parte de culpa la tiene El último Boy Scout (1989), una de mis películas favoritas-. No comencé a profundizar en las filmografías de Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger hasta que cumplí los veinte años: el mítico ‘Terminator’ puede presumir de haber colaborado con cineastas más prestigiosos que el protagonista de Máximo riesgo (1993), pero a mí me causa más simpatía la figura de Stallone: actor, guionista, director... y un maestro en el arte de la resurrección artística.
Aunque Rocky (1976), Acorralado (1982) y Cop Land (1997) son quizás los títulos más reinvidicables de su carrera, el cinéfago desprejuiciado que llevo dentro clama por gritar a los cuatro vientos mi predilección por ‘placeres culpables’ como Rocky IV (1985) -¿la mejor secuencia de entrenamiento deportivo de la historia del cine?-, Cobra (1986) -llevo años pensando seriamente en dedicarle un libro-, Demolition Man (1993), Rambo (2008), Los Mercenarios 2 (2012) o Plan de escape (2013), coprotagonizada junto al propio Schwarzenegger -qué gran pareja cinematográfica se perdió el cine de acción ochentero y noventero...
Todo esto viene a cuento -como ya habrán supuesto- por el reciente Globo de Oro al Mejor Actor Secundario que Sylvester Stallone ha recibido por su interpretación en la aplaudida Creed (2015) -a un tiempo remake, reboot, spin-off y séptima entrega de la saga Rocky-, un galardón que la ya casi septuagenaria estrella tiene enormes posibilidades de revalidar durante la próxima ceremonia de los Óscar. Sería el broche perfecto a una filmografía dedicada casi íntegramente al cine de evasión, pero que dio comienzo con las nominaciones al mejor actor principal y al mejor guión original que Stallone recibió por la mítica Rocky, también nominada como mejor película.
Debo confesar que aún no he tenido la oportunidad de ver Creed; y ello me lleva a hacer otra confesión: desde hace un tiempo, me cuesta mucho escuchar a Stallone doblado al castellano. A pesar de que descubrí mi pasión por el cine gracias al doblaje, y de que -a priori- en el cine de acción la imagen impera sobre la palabra, a día de hoy prefiero escuchar siempre la voz original de Liam Neeson -ya hablé de ella en otra ocasión-, Jackie Chan -lo más divertido de sus filmes USA-, Arnold Schwarzenneger -con su fortísimo y característico acento austríaco-, Bruce Willis -mucho menos varonil que la de Ramón Langa- o, por supuesto, Sylvester Stallone -al fin y al cabo, su mayor baza expresiva.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/100267/hablemos-sobre-stallone