Su madre había aprendido los secretos del maíz y de sus derivados en la pequeña panadería de Camoapa, el pueblo natal del departamento de Boaco, en Nicaragua, adonde su abuela la había encomendado.
Apenas adolescente, su progenitora se casó con su padre, un camionero que le llevaba regalos y que desapareció tras abandonar a su familia que quedó desamparada en una humilde casa con cinco retoños de muy corta edad. Ante la carencia de recursos la madre recuperó su aprendizaje panadero y puso a sus cinco hijos a vender las tortas de maíz que ella elaboraba.
Así pudieron sobrevivir hasta que la hija más pequeña de la panadera adquirió cierta formación y se empleó en la venta esporádica de libros, seguros… Conoció joven al padre de sus dos hijos con quien se casó, pero ante las más que certeras dudas de la procedencia ilegal de los ingresos de su compañero puso tierra de por medio.
Se llama Maricela García, guarda en sus rasgos treintañeros el inconfundible origen latino y llegó a nuestro país por la sugerencia de un almeriense descendiente de la diáspora hacia América de principios del siglo pasado. Tres días de espera en el Parque del Retiro, en Madrid, y el encuentro con una compatriota que le buscó un trabajo de niñera fue el saludo hispano de bienvenida hasta que conoció a su empleadora definitiva, una señora mayor de Jerez que la contrata para su cuidado, al que aplica la riqueza imaginativa que solo proporciona la cuna de la otra orilla.
Carencias de su entorno Concienciada de sus orígenes, de la dureza de sus primeros pasos y de las carencias de su entorno, Maricela ha cofundado la ONG Hogar Luceros del Amanecer en coordinación con el párroco de su pueblo nicaragüense; recolecta ropa y zapatos entre conocidos andaluces que envía a Camoapa para vestir a los niños necesitados.
Unos pequeños carentes de todo para quienes la ONG proyecta un programa de apadrinamiento. Maricela encarna la solidaridad de los pobres más pobres con los pobres. Maricela es la solidaria hija de la panadera de Camoapa.
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