Nada impide ya la demolición del edifico de veintidós plantas, construido en suelo de especial protección, en la puerta del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. La demolición puede producirse tal y como la que hacen en los dibujos animados de “El Coyote y el Correcaminos”, con los productos de marca ficticia “ACME”, anunciando un final catastrófico para uno de los personajes. La dinamita siempre fallaba por el mal uso que le daba “El Coyote”, acabando chamuscado y maltrecho.
La foto con toda la cohorte política pulsando un botón rojo, con flamantes cascos blancos de obra, y/o lanzando una bola de acero sobre el hormigón, estará muy cotizada en los próximos meses, pero tras once años de lucha y veintiocho de despropósitos Carboneras no se merece ese final. Otra manera de demoler es posible y hay que hacer todo lo que esté en nuestras manos para que se lleve a cabo.
El Gobierno, en el 2007, barajó en un principio la cifra de unos 71 millones de euros el coste de la demolición, pero tras la presentación del estudio del gabinete de arquitectura N’undo y Greenpeace, de Junio del 2012, valorada en 7.320.646, en el que, de manera detallada, describen el desmantelamiento del hotel y la restauración ulterior de la playa del Parque Natural. Un estudio posterior del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, encargado a la empresa pública TRAGSA, de Octubre del 2012, fija el coste en 7.175.000 euros del derrumbe, tratamiento de los residuos y regeneración de la zona.
El estudio de TRAGSA no habla de creación de empleo, de reciclaje de los materiales, etc. El Algarrobico no puede ser una demolición cualquiera, porque no es un caso cualquiera. Cada piedra y cada matorral e incluso cada nido del edificio cuentan. Hay que coser la herida en el paisaje ultrajado. Tenemos que empezar a pensar que lo mismo que ideamos y construimos edificios, es necesario pensar y repensar el fin de los mismos y en el reciclaje de sus materiales.
El Algarrobico es un caso especial y como tal tiene que ser tratado hasta el final de su historia. Su demolición tiene que ser sostenible y generar trabajo. Según estimaciones del proyecto de demolición de N’undo arquitectos y Greenpeace, puede dar empleo a 400 personas y el reciclaje del edificio sería de un 98%.
El desmantelamiento selectivo, la gestión de los residuos y la recuperación ambiental, según su informe, reduciría los costes un 11% frente a la demolición tradicional. La propuesta, a tener en cuenta, debe contar con la participación de la ciudadanía y con la generación de empleo para el municipio de Carboneras, que se estima en estas cifras: 379 puestos de trabajo, 530 horas de cursos, 150 personas formadas, 39.210 m3 del material recuperado (el 98% del edificio), 45.000 km de transporte ahorrado, porque se prima la gestión local de residuos y la regeneración de la playa.
Es posible recuperar el entorno con un desmantelamiento selectivo frente al tradicional, reduciendo costes, reciclando materiales e implicando activamente a la población de Carboneras que se merece que El Algarrobico pase a abanderar, mundialmente, el ejemplo de cómo una no construcción es un desarrollo económico para el municipio, la comarca y el Parque Natural Cabo de Gata- Níjar.
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