Aniversario, matrimonio y rutina

Andaluces, levantaos. La letra y la música de cada 28F apelan al músculo de una rebeldía que en algunas provincias parece volverse contra el director de la orquesta. Almería y Andalucía llevan cerca de cuarenta años de matrimonio rutinario y formal de puertas afuera y de habitaciones separadas puertas adentro. Las razones de ese desencuentro son muchas y no desdeñables. La principal, a mi juicio, es la indistinguible fusión que ha venido haciendo el PSOE entre el hecho institucional y la circunstancia política. Los socialistas se han encargado de difuminar las necesarias fronteras entre la Junta de Andalucía y su partido, de tal modo, que ni siquiera un socialista puede decir ahora dónde termina una cosa y dónde comienza la otra. Este tratamiento vampírico de lo institucional, convertido en cobertura jurídica de la colonización del PSOE sobre todo ámbito de la vida humana que se registra en Andalucía, hace que muchos andaluces manifiesten su rechazo a un modelo territorial viciado por un modelo político atosigante, controlador y prescriptor. Lo que pasa en Almería con el creciente movimiento regionalista (un separatismo de baja intensidad que se queda en el plano intelectual) también se detecta en otras provincias hastiadas de ese centralismo ramplón diseñado por el PSOE sevillano que desprecia e ignora los modos y maneras de ser y sentirse andaluz que puedan darse más allá del núcleo irradiador hispalense, y que es asumido con pecuaria actitud por las direcciones socialistas del resto de provincias. Y esa altivez resulta especialmente irritante en Almería, la provincia que más aporta y menos recibe. Y no me vengan con cuadros y estadísticas: miren la Plaza Vieja o el solar del materno-infantil, recuerden los 10 años de retraso de la A-92 y métanse las coordenadas por donde amargan los pepinos que tantas veces han equilibrado las cuentas de una Andalucía en la que el PSOE se ha convertido ya en un factor limitante para su crecimiento. Así que termino como empezaba: andaluces, levantaos.