No todo es fallido en el debate de investidura. Han aparecido viejas formas de la antigua oratoria parlamentaria. Por ejemplo: lo que en poesía lírica se llamaba el estribillo. Una expresión o muletilla machacadora que reina al final de cada estrofa y que sirve para culminar brillantemente el período oratorio. Habla el candidato sobre cualquier tema, reformas sanitarias o educativas, derechos de la mujer, empleo, despolitización de la justicia, salario minimo, despido libre, investigación etcétera. Al final, como coronándolo todo, aparece este afilado raciocinio empaquetando todo el conjunto, “todas estas cosas podrían comenzar esta misma semana”. Se refiere el socialista a las dos clases de políticos: los que promueven el cambio en la sociedad y los que luchan porque nada se mueva.
Ver a Rajoy empeñado en que no triunfe el debate de investidura en la misma línea reaccionaria que los de Podemos, años treinta, como si todavía no hubiera terminado la segunda guerra mundial, estremece no poco. ¿Oyeron ustedes hablar de patriotismo y de intereses generales de España? Quien más consumo hizo de esta doctrina en otro tiempo no puede ahora permitirse una posible coalición entre PSOE y Ciudadanos. Si los conservadores gobernaran ya sería otra cosa. Sin ellos todo se presenta fallido, mentiroso, inconsistente. El PP piensa que el poder le pertenece por derecho hereditario. Cuántas veces sus jefes no habrán repetido que son la lista más votada y por tanto ganaron las elecciones del 20 de diciembre.
Sin embargo no podemos culpar a la ciudadanía española de haberse equivocado en las urnas. Eso deberían arreglarlo los pactos de buena voluntad, y no hay manera. Lo más razonable y sensato, añadiría Rajoy, es que gobierne el PP en coalición con PSOE y Ciudadanos. El pacto Pedro Sánchez- Albert Rivera les parece por el contrario una aberración izquierda –derecha cuando, por el momento, es el único acuerdo con visos de poder llevar las cosas hacia adelante. ¿Y qué decir de Podemos? ¡Qué buen vasallo si hubiera gran señor! Esta gente ha perdido la memoria de lo que pasó en la unión soviética, de lo que tuvo que hacer Europa para superar el nazismo con su caballería ligera de sus desastres. Lo que ellos llaman “la naranja mecánica” solo se puede superar paso a paso a través de la regeneración democrática.
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