Sin enturbiar la alegría del día

No sé si Miguel de Cervantes, que acumula ya 400 años de vidrioso reconocimiento a su descomunal figura, seguiría pensando –como nos dejó escrito- que el tiempo suele dar dulces salidas a amargas dificultades. Y aunque ir cumpliendo años en este oficio de contar cosas no es amargo, ni tampoco difícil, sí que lleva aparejada la penitencia de la memoria, que suele ser inclemente e indomable. Por eso, hoy que la Junta celebra con pompa y circunstancia el inicio de las obras del esperado IES del Toyo, quiero recordar algo que sucedió cuando nuestro gobierno andaluz festejó con boato y carpas bien ambientadas la llegada –con diez años de retraso- de la A-92 a Almería. Una reportera televisiva se acercó tras el acto al entonces Presidente de la Junta, Manuel Chaves, y le preguntó que cómo era posible eso de estar celebrando el cumplimiento de una promesa tras una década de retraso. “No enturbiemos la alegría del día”, dijo entonces el hombre que hace un par de días calló ante el juez, tras haber declarado antes las muchas ganas que tenía de aclarar todas las dudas de Su Señoría.  Y claro, no sé si estas líneas podrán ser consideradas como un nubarrón en el horizonte de felicidad oficial decretada hoy por la Junta  en Retamar, donde comienzan unas obras que llevaban retrasando desde 2010. Por eso y a pesar de que las familias que estaban hartas de ver a sus hijos estudiando en barracones y haciendo gimnasia por los parques de la zona organizaron numerosas manifestaciones a las que se sumaron todos los grupos políticos del Ayuntamiento -menos los del PSOE- será hoy cuando los concejales socialistas pongan el pie en la zona, para aplaudir a rabiar a la consejera que, para consolar a los padres, llegó a decir que las caracolas no tenían nada malo porque salían mucho en las películas americanas. Bueno: todos contentos y orgullosos por lo bien que lo han hecho. Y no enturbien la alegría del día. No piensen. Limítense a aplaudir.