La situación de Rita Barberá es políticamente insostenible. La actual senadora y ex alcaldesa de Valencia debería de dimitir ya puesto que está haciendo un daño irreparable a su partido.
No basta con que Barberá se haya mostrado dispuesta a declarar voluntariamente ante el juez que investiga las finanzas irregulares de PP en Valencia. Más allá del procedimiento judicial los políticos que se ven inmersos en escándalos tienen que asumir sus responsabilidades políticas y eso pasa por cesar en sus cargos dando un paso atrás.
Lo cierto es que las finanzas del PP en la Comunidad Valenciana apestan y que de la filtración de las conversaciones entre distintos dirigentes se puede llegar a la conclusión de que Ali Babá y los 40 ladrones eran unos angelitos al lado de lo que ha sucedido en Valencia.
Rita Barberá está haciendo un daño irreparable a su partido y colocando a los pies de los caballos a Mariano Rajoy sobre cuyos hombros recae la responsabilidad de haber estado dirigiendo un partido donde se han cometido todo tipo de tropelías financieras.
La senadora Barberá resta de credibilidad el discurso de los más jóvenes del Partido Popular que apuestan por la regeneración.
Y de nada vale señalar las vergüenzas de otros partidos, que también las tienen, cada palo debe de aguantar su vela, y el caso del Partido Popular valenciano supura por todas partes.
Si Rita Barberá siente la más mínima consideración y afecto por su partido debe de dar un paso atrás, renunciar a su escaño como senadora y responder ante los tribunales de las sospechas que se ciernen sobre ella. Si resulta exonerada nada la impediría regresar a la vida pública, pero mientras tanto el mejor ejemplo que puede dar es que no se aferra al cargo.
Lo decía el gran Julio Cesar: “La mujer de Cesar no solo debe de ser honrada sino parecerlo”.
Es lo que tiene que las Humanidades hayan sido desterradas de la enseñanza, que nuestros políticos no han leído a los clásicos.
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