Jarrones chinos

Fermín Bocos
22:12 • 30 mar. 2016

Salvo en China, parece que nadie sabe qué hacer con un jarrón chino. Se les sabe valiosos, pero de difícil encaje ornamental.Por decirlo en corto: estorban. De ahí la frase, atribuida a Felipe González, según la cual los ex presidentes del Gobierno son como jarrones chinos. Quien tenga alguna duda que eche una ojeada a las imágenes grabadas en ocasión de un homenaje a Mario Vargas Llosa, en las que Mariano Rajoy y José María Aznar flanquean al Nobel peruano. Para pie de foto valía el estrambote del célebre soneto de Cervantes: "Miró al soslayo, (Aznar a Rajoy) fuese y no hubo nada". 
Bueno sí. Hubo discurso del ex presidente que sin mencionar al presidente en funciones habló de la necesidad de "nuevos liderazgos capaces de ejercer una tracción social, moral y política a la altura de los desafíos". Nadie entre los asistentes solicitó traducción. Aunque asistían al acto una gavilla de ex mandatarios suramericanos (Uribe, Pastrana, Piñera), pocos dudaron de que el destinatario del recado era Mariano Rajoy. 
Hay que reconocer, todo hay que decirlo, que Rajoy no dio a entender que le hubiera conmovido tan pública explicitación de las conocidas discrepancias de su antecesor respecto de su forma de gobernar el país y al partido. Llueve sobre mojado. Aznar lleva años queriendo que todos pensemos que no tuvo nada que ver en el nombramiento de Rajoy como su sucesor al frente del PP. También parece haber perdido la memoria respecto del origen de los cien y un casos de corrupción que están en el origen de la pérdida de apoyo electoral de los populares. 
En estos cuatro años de mayoría absoluta Rajoy apenas requirió la conseja de Aznar. Incluso tomó decisiones alejadas de las recetas de FAES, la fundación en la que Aznar despacha ideas a modo de guardián de las esencias del ideario pepero. La última de esas discrepancias la explicitó Rajoy la misma mañana del homenaje a Vargas Llosa en el transcurso de una entrevista de radio en la que dijo ser partidario de acabar con el embargo que los EE.UU. someten a Cuba. Dada la hora de la entrevista y sabida la intensa relación de años de Aznar con el núcleo duro del exilio cubano en Miami, debió ser un milagro que no se cortara al afeitarse. A estas alturas, cuando coincide con Aznar, más que en un jarrón chino Rajoy debe pensar en una bota malaya.







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