No es el comienzo de un programa de Carlos Herrera, es que viendo las etapas de la Vuelta a Cataluña, con Ñ, me he llevado una alegría, que no una sorpresa, de ver a Carlos Verona, día tras día, entre los mejores ciclistas del mundo, y es que me sigo alegrando de que corredores que he tenido el honor de dirigir, estén hoy en el mundo profesional. El mismo Verona, Rafa Márquez o Jorge Cubero, han sido chavales que hemos tenido en Cajamar-Costa de Almería, chavales a los que hemos ayudado en buena medida a ser ciclistas.
Seguramente que tanto Cajamar como el Patronato de Turismo, no tendrán los mismos sentimientos que el que ha estado día tras día, durante años, conviviendo con ellos, eso es lógico y normal. Los sponsor en su mayoría, hay excepciones, son fríos y a veces despiadados.
Para quien esto escribe, ha sido un placer poder ayudar a éstos y algunos más que, por diferentes motivos y circunstancias, no han podido llegar, no llegaron a entender que cuando no eres el más rápido, cuando no eres el más potente, solo queda reinventarte, fortalecer otras cualidades que suplan las debilidades, favoreciendo un perfil que, por lo general, se distancia del común del pelotón.
La astucia y la inteligencia emergen ante la posible debilidad física, la misma que separa a un ganador del que observa el triunfo del rival, aunque también éstos son importantes.
Sea como sea, a todos les doy las gracias, porque ellos han contribuido a que mi palmarés como director sea un poco más rico “en amigos”. Como sé que a mi amigo Carlos le gusta la poesía, desde aquí le digo “Carlos Verona, un ciclista de Madrid, que se hizo muy grande en Barcelona”.
A veces el ciclismo te reporta las mejores alegrías con tus queridos corredores.
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