Quiero ser santa! ¡Quiero ser beata! Levitar por las mañanas y en el cuerpo tener llagas, vociferaba Eduardo Benavente en 1982 al frente de Parálisis Permanente. La oscura y siniestra interpretación que Ana Curra y compañía hicieron en 1982 del mito de Santa Teresa podría ser la cabecera de un nuevo e hipotético reality show.
Desde su popularización mundial, a finales de los noventa, gracias especialmente a las propuestas Gran Hermano y Supervivientes, los programas de telerrealidad no han dejado de crecer.
Operación Triunfo, La Isla de los Famosos, Hotel Glam, Gandía Shore, Cita a Ciegas, etc, son solo algunos ejemplos de una larga e interminable lista a la que se acaba de añadir Quiero ser Monja, docu-reality que pondrá aprueba la vocación de cinco jóvenes dispuestas a coger los hábitos.
He de reconocer que no he visto, ni siquiera por curiosidad, un solo capítulo de este género especializado en explorar nuevos caminos acerca de la perdida de la dignidad humana. Con ver solo los anuncios los mismos tiene uno más que suficiente. Es más, mi desprecio por este tipo de programas es tal que durante mucho tiempo al ver promociones de Perdidos, la mítica serie, al aparecer el actor Jorge García en el papel de Hugo Reyes creía estar ante un avance de programación o de La Isla o reality similar con El Sevilla, el popular cantante de Los Mojinos Escozíos entre sus participantes.
Reseñar que, aunque de reciente expansión, el fenómeno no solo no es nuevo, sino que en España es anterior al nacimiento de TVE y de la comercialización de aparatos de televisión. Corría 1948, solo Gran Bretaña y Estados Unidos contaban con emisiones regulares de televisión, y en nuestro país se celebraban las primeras pruebas de emisiones experimentales. Por extraño que parezca, el evento escogido por la distribuidora Rey Soria Films y la empresa Radio Corporation of America para realizar una de las primeras retransmisiones televisivas de un espectáculo al aire libre fue el concurso ¿Quiere ser usted torero?, en el que tres animosos muchachos se veían las caras con sus respectivos morlacos en la madrileña plaza de Vistalegre.
A poco que nos descuidemos se harán realidad las elucubraciones de multitud de películas de carácter futurista donde los concursantes tendrán que aniquilarse entre si para triunfar.
Quiero ser Corrupto sería una propuesta de gran aceptación, con Esperanza Aguirre en el jurado; le avalaría el tino demostrado a la hora de escoger sus colaboradores.
Propuesta más golfa sería sin duda la aportada por Kiko Veneno: Seré mecánico por ti. ¿Sabes, mi vida?... tienes la rosca sin fin.
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