Cada cual tiene sus complejos y sus demonios, y es muy libre de alimentarlos como estime oportuno. Así que no seré yo el que inste al Grupo Municipal de Izquierda Unida a serenar su habitual espasmo anticlerical, que quizás les parezca a ellas y ellos una seña de modernidad, pero que no es más que la clonación de gestos y posturas que ya estaban muy vistas hace siglo y medio. Y así, el pasado sábado, el portavoz del grupo, Rafael Esteban, lanzó al embarrado terreno de juego de las redes sociales un balón de colores a ver si alguien se ponía a dar patadas, preguntándose si el Ayuntamiento hacía reserva de espacio para bodas en la Plaza de la Virgen del Mar.
Aunque sorprende que un concejal que lleva más de treinta años en el Ayuntamiento desconozca esas cosas, ello no importó a sus seguidores en redes, que empezaron a desgranar el habitual rosario de lugares comunes sobre curas, fachas y toda esa gentuza de la que quieren librar al mundo los progres más pluscuamperfectos. Para rematar el tema, el concejal del PSOE, Indalecio Gutiérrez, se hizo eco de la iniciativa -apenas veinte minutos después- haciéndola pasar como suya. Así discurre parte de la oposición en el Ayuntamiento, siempre atenta a los temas que más preocupan a los almerienses. Y aunque intuyo que el desconocimiento de don Rafael era un recurso retórico para prender el inflamable ánimo de sus seguidores identificando al PP con la rebotica clerical, lo cierto es que el Ayuntamiento permite que las novias aparquen cerca de las puertas de las iglesias. ¿Se imaginan lo contrario? Para ello han de solicitar una reserva de espacio que es sometida a informe de la Policía Local. Si es positivo, se autorizan tres horas de aparcamiento, previo pago de una tasa mucho más cara que la zona azul. Pero seguimos sin saber si el arroz que queda en la puerta de los templos es transgénico. Cedo el inquietante argumento para la próxima pregunta de IU.
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