El hombre de la calle está aturdido por los innumerables casos de corrupción. Mira a un partido, mira a otro, medita en una clase social que en otros tiempos fue espejo de honradez y gallardía y se pregunta: ¿qué ha pasado para que en tan poco tiempo el país se haya convertido en un vertedero? No caeré en el paroxismo de creer que todos son iguales de deshonestos aunque a veces lo parezca.
Precisamente si tenemos la impresión de numerosos casos de corrupción es simplemente porque la Justicia actúa. Trabaja la Fiscalía Anticorrupción y no descansan la Policía y la Guardia Civil, aunque también sea cierto que faltan medios de inspección y comprobación, lo que alarga una eternidad la celebración de algunos juicios. El hombre de la calle se impacienta a veces y no comprende cómo quien roba una bicicleta va al trullo rápidamente y, sin embargo, ven alargarse años y años casos de mucho dinero y de mucho personal saqueado y explotado.
Concedamos un pequeño beneficio a la complejidad. ¿Qué ha ocurrido en la sociedad española para que en tan poco tiempo se haya producido un trastrueque tan infame de valores? Se diría que entre las clases acomodadas, y salvando a quien haya que salvar, lo único que interesa hoy es el dinero. Antiguamente acudíamos a la religión como salvaguardia del honor de las familias. El mayor escándalo ahora es ver a conocidos miembros de linajudas familias católicas entrar en los juzgados empujados por la policía y acusados de corrupción bajo los gritos hostiles del público. Hay quien dice para compensar que el delito de meter la mano en la caja ha existido siempre, pero la respuesta inmediata, al menos de boca de la gente sencilla, es que nunca fue tan general y de modo tan desvergonzado. Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo del Poder Judicial ( CGPJ) dice que la corrupción es “un mal endémico, sistémico incluso, que acecha a la sociedad desde tiempos inmemoriales”. Precisamente porque atenta contra la democracia, nuestros líderes deberían buscar la colaboración internacional para parar el delito fiscal en los paraísos fiscales. No deja de tener gracia que el paraíso de la Biblia haya quedado reducido a este subterfugio maldito.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/104415/pese-a-todo-la-justicia-funciona