Eran tiempos difíciles. Cuando la añoranza o la melancolía presentaban su tarjeta de visita lo más socorrido era acudir a la prieta estantería de los recuerdos y resucitar las voces perdidas que nos hablaban de otro entorno. Como otros chavales de aquellos años nuestro joven se trasladó al pueblo más cercano para poder cursar sus estudios en el añejo instituto por el que tantas generaciones de la comarca habían pasado con más pena que gloria; en donde despertaron a la fusión de alientos y en donde se entusiasmaron con las primeras bocanadas de humo. Desde el balcón de una ajustada vivienda de estudiantes, situada frente al cuartel de la Guardia Civil del pueblo, el curioso inquilino oteaba la plaza todas las tardes a esa hora en tránsito que nos deja en terreno de nadie. Tal vez pretendiera adivinar las rudas estampas de su villa de origen, imaginar la vida cabalgar sobre los campesinos que por sus veredas retornaban al calor del hogar, o quizás no perseguía sino sentirse a sí mismo en aquel nuevo mundo de la etapa estudiantil. Una de aquellas tardes, proyectada sobre los mismos fotogramas, su inquieta mirada detuvo la retina en uno de los bancos de la plaza y encontró una nueva figura en el reiterado escenario. Sentada sobre el mobiliario urbano, una misteriosa muchacha mesaba su pelo durante algunas horas hasta que el crepúsculo la hacía desaparecer. Aquel descubrimiento se repitió una, dos, tres..todas las tardes del curso escolar. El hábito vespertino desnudó el amor platónico en el joven del balcón que escrupulosamente respetó tal condición. Finalizaron los años académicos, llegó y pasó la mili, y el tiempo ignoró el paradero de los protagonistas de esta historia que nunca supieron más de sí. Apenas hace un lustro, cuando el joven regresaba de noche en su vehículo a casa, la linterna inconfundible de los guardias civiles le hizo detenerse. El conductor bajó el cristal de la ventanilla. Una agente le dio las buenas noches antes de requerirle la documentación. Era la muchacha del banco de la plaza. Era su amor platónico. En unos minutos se dijeron mucho más que todos los años de contemplación desde el balcón. Balcón en M, que es el titulo del poema de “Otras causas”, el último libro del poeta Ginés Reche. Una experiencia real, una pequeña gran historia de una hermosa obra. La historia de un banco y un balcón.
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