Paseando por la Alcazaba

Beatriz Torres
01:00 • 27 abr. 2016

Tengo que renovarme el pasaporte porque es posible que vaya pronto a Ceuta, y una vez allí me mueva por los alrededores y conozca también Tetuán. Una mañana se lo comento a Manolo en el ayuntamiento, pidiéndole además que me ayude a buscar una cita, y él lo hace encantado, es muy amable y servicial, un auténtico servidor público.
Nos ponemos delante de la pantalla y después de incorporar los datos, aparece una serie de días y horas, ¿cuál eliges?, me dice. Yo, perdida entre los números, tardo en reaccionar. De pronto me fijo en un jueves catorce de abril y digo, ¡ése! 
Tengo ganas de coger el coche y luego dejarlo aparcado a la sombra de un pino, en la antigua carretera general de Los Gallardos, antes de subirme en el autobús que va directo a Almería. La cita es a las once menos cuarto.
Cuando voy subiendo por la Carretera de Ronda le pregunto a un señor mayor, de aspecto deportivo, por el camino más directo a la policía, y me contesta lo más reconfortante que se puede esperar de un desconocido, véngase conmigo, yo voy para allá. Con esa cortesía natural y congénita que me acompaña hasta la esquina de al lado,  llego muy pronto a comisaría y al momento me dan mi nuevo pasaporte válido hasta el catorce de abril de dos mil veintiséis. 
¿Lo utilizaré?, le planteo a la funcionaria que me lo entrega. Claro, tiene diez años, me asegura ella muy convencida. A la misma vez que yo me repito lo mismo. Y con esos ánimos esperanzados me encamino a la Alcazaba. Por fin lo voy a conseguir, ya no me voy a quedar en los aledaños. Quiero volver a recorrerla entera. No perderme ninguna de sus estancias. E incluso pasarme un rato sentada en la Ventana de la Odalisca mirando las Murallas del Cerro de San Cristóbal, el Barranco de la Hoya, y abajo la ciudad. 
Subo por la Puerta de la Justicia. Camino por los jardines que se extienden a lo largo del primer recinto, y entre las almenas de su Muralla miro el puerto y el mar. Hay muchos turistas y el día es espléndido. Son las doce del mediodía y la mayoría hace fotos. Todo el mundo hace fotos. Todo el mundo encuentra motivos para fotografiar y si no los provoca. Es algo constante.
En la Casa del Alcaide, leo en los paneles que Almería, Puerta de Oriente en el siglo XI, fue una Taifa bajo el reinado de Al-Mutasim. Después del estanque sigo por las ruinas de su palacio hasta el Patio de Armas y entro en la Torre del Homenaje, también en la de la Pólvora, y desde sus estrechos ventanales abiertos en la piedra contemplo atónita La Chanca y Pescadería. La música, de Manolo Escobar.







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