Cansancio ante la cita electoral del 26-J

Victoria Lafora
01:00 • 27 abr. 2016

Los electores van a llegar al 26 de junio cansados, hartos y cabreados a partes iguales. Y todavía tendrán que soportar, durante semanas, el teatrillo del reparto de culpas. Nadie quiere hacerse responsable del fracaso colectivo, nadie quiere ser el chivo expiatorio. La preocupación de los dirigentes políticos, nuevos y viejos, ha dejado de ser la corrupción y su coste electoral. Ahora les aterra el castigo en las urnas a los señalados como responsables de este destrozo.
Porque como destrozo puede calificarse una repetición electoral que va a costar a las menguadas arcas públicas la friolera de ciento treinta y cinco millones de euros. Y todo porque la clase política pretende que sean los ciudadanos los que cambien de opinión y se plieguen a sus afinidades para compartir el poder.
Ellos, Rajoy, Sánchez, Rivera, Iglesias y Garzón (este último si no desaparece tragado por el manto morado de Podemos) no van a pagar ningún precio por su incapacidad, por su abulia y su indolencia o por su soberbia y dogmatismo. No, van a volver a los mítines como si fueran inéditos como si todavía tuvieran algo que contar que no se sepa. Como las oscuras golondrinas volverán unas ofertas electorales que no se pueden cumplir. Porque el próximo gobierno, si es que al final se consigue, va a tener que hacer un recorte de cuatro mil millones para cumplir el objetivo de déficit comprometido con Bruselas. Por lo tanto toda promesa de mejora a los más desfavorecidos, que no lleve una memoria económica adjunta explicando con que fondos se va a llevar a cabo, será un brindis al sol.
Lo único novedoso, pero que carece de efectos sobre los sufridos contribuyentes, va a ser el reparto de enemigos. El Partido Popular dejará de jalear a Podemos para desgastar al PSOE.
Solo el relato de los "horrores y descalabros" de un Gobierno liderado por Iglesias sacará a los suyos del hartazgo y, tapándose la nariz, les volverán a votar para evitar males mayores. Para Rajoy el verdadero adversario es Rivera. Y viceversa.
Esta bipolarización lleva a la izquierda a una pelea cuerpo a cuerpo entre Sánchez e Iglesias que ya ha comenzado.







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