La independencia de los jueces y Hitler

Antonio Felipe Rubio
23:35 • 28 abr. 2016

Emilio de Llera, doctor en Derecho, es fiscal desde 1979 y ha desarrollado su carrera en los juzgados de Bilbao y Badajoz, para trasladarse a Sevilla en 1983 donde desempeñaba el cargo de fiscal decano de la Fiscalía Provincial hasta su nombramiento como consejero de Justicia de la Junta de Andalucía. 
Recientemente, tras su visita a Huelva -desconozco si previo paso por La Palma del Condado- tuvo una avinagrada intervención televisiva en la que destiló efluvios insultantes hacia los jueces, la justicia y los votantes de Podemos.
Sobre los jueces y la justicia, De Llera, sin tomar aire ni sorbo, lanzó una andanada contra la independencia de la Fiscalía que “siempre está a las órdenes del superior jerárquico (…) y color político”; todo un alegato a sus firmes convicciones, que se hubiesen reforzado tras una inmediata crítica a sus propias actuaciones como fiscal decano que, como él mismo orienta y revela, podría haber cometido presuntas prevaricaciones de haber seguido la pauta de obediencia a la jerarquía en ciertos intereses de parte. 


Jueces De los jueces, dice De Llera que “actúan como reyes de taifa y hacen de su capa un sayo”. Además, dedica epítetos de impunidad a los de instrucción que “pueden meter el dedo en el ojo a alguien, y después ser irresponsables de sus actos”. El destilado de calificativos subió de graduación al decir de los jueces que son “independientes… tan independientes y tan irresponsables que hacen lo que les da la gana. Hitler era independiente, y mire la que montó”. 
Distinguido doctor en Derecho: 
Hitler no era independiente, dependía del nacionalsocialismo, que instrumentalizó como arma y excusa para exhibir su mayor dependencia: locura genocida. 


Dependencia Estoy de acuerdo con usted en la dependencia de los jueces, como lo estoy con la de los albañiles, periodistas, fontaneros… Todos dependemos de algo, incluso más elevado que sus desafortunadas debilidades a la hora de comparar. Dependemos de nuestras ideas, familia, amigos, trabajo, orientaciones intelectuales y flaquezas materiales. Y esa dependencia nos hace ser responsables y consecuentes con nuestro proceder, más o menos acertado, pero menos sectario que el que usted exhibe. 
No pretendo acompasar la ola de denuestos que, con justicia, le propine la Oposición o la ofendida judicatura, y que espero silencie y parapete el corporativismo del Ejecutivo y allegados. 
Le ruego encarecidamente renueve su repertorio de remedos y referentes históricos que en nada se coligen con la acuñación propia de un pretendido socialista progresista. Sacar a pasear a Hitler podría tener un pase si lo hiciese en compañía de Otegi o cualquier otra basura semejante. Pero comparar a los jueces de este Estado de Derecho con uno de los mayores monstruos del genocidio, estandarte del odio y crisol de todas las miserias no tiene un pase. Hay comparaciones odiosas que, según quien las propicie, adquieren mayor repugnancia. 
Le estaría muy agradecido me comparase con una mierda si le hacen llegar estas líneas; mierda de hiena si le place, pero cualquier cosa antes que con Hitler o cualesquiera criminales de la libertad. Sí, libertad que, como a algunos jueces y periodistas, nos ha llevado algún disgusto y desazón mantener, ejercer y defender.




Desatino Espero y deseo que en lo personal no le perjudique este desatino que, a buen seguro, disculpará lo antes posible. En cuanto a su permanencia en el cargo, lo tengo tan claro como que Stalin y Lenin fueron los peores criminales de la humanidad, aunque alguno de sus conmilitones los tenga en el cabecero de la cama, y perdone por la comparación.
Quisiese quedar a su disposición, y estar a su lado en la crítica si esto le hubiese acaecido a un ministro o consejero de Justicia de otro color político. Porque no dudo que si esto lo dice un oponente se le arrojaría al desuello; y ahí estaría yo, con su señoría.
Son cosas que tiene la dependencia y la independencia.






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