Mariano Rajoy ha dejado dicho que desde el 20 de diciembre hasta ahora los ciudadanos hemos tenido tiempo de conocer a los otros líderes políticos. Y ya puesto no ha dejado títere con cabeza señalando lo que él considera que son los "defectos" de Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias.
Eso sí, al todavía presidente del gobierno en funciones se le ha olvidado añadir que los ciudadanos también le conocemos a él un poco más. Sí, le hemos visto sentarse a esperar a que pasaran estos meses ignorando al Parlamento y esquivando su responsabilidad en el torbellino de casos de corrupción que han continuado aflorando en este tiempo.
Rajoy ha hecho lo de siempre, es decir, mirar hacia otro lado como si la corrupción no tuviera nada que ver con él al menos en lo que a responsabilidad política se refiere.
Eso sí, ahora se le ve contento, convencido de que los votantes volverán a confiar en él una vez que han conocido mejor al resto de los candidatos.
Es verdad que ahora conocemos más a Rivera y a Iglesias, y que muchos ciudadanos han podido sufrir una decepción en el caso de Podemos o vaya usted a saber si es todo lo contrario.
Los líderes de Podemos nos han dejado en la retina un exceso de sobreactuación. Puede que ellos también hayan aprendido alguna lección. Por ejemplo, que las sobreactuaciones terminan cansando por más que den titulares.
También se ha hecho más evidente que Iglesias siempre va unos cuantos pasos por delante de Pedro Sánchez y que ha jugado con el líder socialista a su antojo. Sánchez no debería de haberse engañado: Iglesias no quiere ser el segundo sino el primero. Es decir, quiere hacerse con el santo y seña de la hegemonía de la izquierda y hace bien en intentarlo.
En cuanto a Albert Rivera, me parece a mi que su figura política ha ido creciendo en estos meses sobre todo al ser capaz de sentarse con el PSOE para cerrar un acuerdo de gobierno.
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