¿Lo arreglará la providencia?

Nos exigen un cheque en blanco: “Vote Vd., lo que quiera que lo burlaré y haré lo que yo quiera con su voto.” El odio y el veto nunca han sido un prog

Fausto Romero-Miura Giménez
01:00 • 08 may. 2016

Mi amigo y compañero José María Requena es inteligente, sabio e inventor de las soluciones más ingeniosas y eficaces a los problemas jurídicos más complejos. Y somos “escritores” domingueros. Él, “De reojo” en El Diario; yo, “A mi manera”, en La Voz. Y comentamos mutuamente nuestros artículos.
Sobre el mío del domingo, que iba de la ineptitud de los políticos actuales, me dijo: “Es hora de que cavilemos y aventuremos soluciones, ¿no?, o es que lo vamos a dejar todo en manos de la providencia?”
Y una amiga catalana, de profesión inteligente, con  finezza florentina y femenina, me escribió: “No me merece la pena perder un minuto al día en "personajes" que cobran infinitamente más que yo y no hacen bien su trabajo. A cualquier trabajador si no es responsable de su trabajo se le despide y punto. En la política se le respeta y se le vota...” 
...Y ya se han convocado las Elecciones en que, tal vez, los mismos mindundis ineptos –salvo el ignoto sevillano diputado podemita de Almería, que se ha (o lo han) pirado-  se afanarán en pedirnos un cheque en blanco: “Vote Vd., lo que quiera que lo burlaré y haré lo que yo quiera con su voto.”
Dicen que ahora no se trata tanto de votar Partidos concretos como vieja o nueva política, e izquierda o derecha. Yo no lo veo así, porque los chamanes de la nueva se han hecho doctores de la más casposa. Y no sé qué es la izquierda ni la derecha. Ortega decía: “Ser de izquierdas, como ser de derechas, es una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser imbécil: ambas son dos formas de hemiplejia moral”.
Cuando había ideologías e ideas, un notorio socialista venía con frecuencia a cenar a casa. De su época de Ministro sólo había sacado varias úlceras de estómago, por lo que Anna María, como buena italiana, le hacía pasta muy ligera y tortilla liada. Un día le pregunté: “¿qué os diferencia a la izquierda de la derecha?”. Y me respondió con tanta sinceridad como cinismo: ¿En la práctica? El 5% del Presupuesto no comprometido por el gobierno anterior”. 
Ahora no se tienen ideas, y la ideología ha sido sustituida por el odio sectario y personal al enemigo, y por niños mamones y besos en los morros durante las sesiones parlamentarias, y todo se reduce a “la culpa es de...”, ¿tú, más”... Y, llegado el caso, al aberrante “los españoles se equivocaron al votar”. El programa común es el odio a Rajoy. Pero el odio -y el veto- nunca ha sido un programa. Es paradójico que los antidesahucios tengan por único programa desahuciar a Rajoy de la  Moncloa. Y de la política.
Nuestro paisano Emilio Contreras, en su libro “Suárez, acoso y derribo”, cuenta cómo nuestro también paisano Andrés Cassinello, entonces Director del SECED –el CNI de hoy- les ordenó a Felipe González y a Adolfo Suárez -¿valdría decir Pedro Sánchez y Mariano Rajoy?- que se entendieran: “le hice ver [a Felipe] que no podían comportarse como dos niños enfadados que se niegan a hablarse.” Y consiguió que se viesen, que fumasen juntos -es icónica la foto de Suárez encendiéndole el “Ducados internacional” a Felipe- que hablasen y pactasen la Transición.
¿Hay, hoy, un héroe inteligente y con la autoridad moral de Cassinello? Porque ya antes de empezar la campaña, el PSOE ha anunciado su veto al PP, y Rivera el suyo personal a Rajoy. ¡Se cargan el refranero sabio!, porque ellos no lo son -hablando se entiende la gente- y lo transforman en dos no pactan si uno no quiere.
¡Ay, “Dios, que buen vassalo, si oviesse buen señor!”  Son muy malos estos señores encabezonados en la defensa de sus intereses de pura supervivencia personal. Asesinan la voluntad popular. Y me acuerdo del verso de Benedetti: “sólo hay una grieta / decididamente profunda / y es la que media entre la maravilla del hombre / y los desmaravilladores”. 
Sobra la campaña electoral: la fe no cuenta: durante cuatro meses hemos metido la mano en la llaga, y sabemos quién es cada cual. No nos vamos a creer nada de lo que digan quienes han demostrado ser unos mequetrefes. Sólo les pido que comprometan con quién están dispuestos a pactar, bajo pena de multa en caso de traición. 
Y a propósito de cabezones egoístas: el muy invocado, por ellos y en vano, Adolfo Suárez tuvo la grandeza de dimitir, porque, como dijo en su discurso de dimisión, “uno debe preguntarse… si presta un mejor servicio a la colectividad permaneciendo en su puesto o renunciando a él… Creo que tengo fuerza moral para pedir que, en el futuro, no se recurra a la inútil descalificación global, a la visceralidad o al ataque personal… Algo muy importante tiene que cambiar en nuestras actitudes y comportamientos.” 
Descorazonado, ¡cómo echo de menos el PDLI, el Partido De La Inteligencia!  En la Transición, existió.


Las (in)competencias No entiendo el puzzle del Estado autonómico, que se ha ido desencajando. No se enseña Historia de España, sino una historia adaptada al apostolado de un evangelio apócrifo: novela histórica regional.
A mi juicio, hay materias que deberían ser de competencia estatal: educación, justicia y sanidad, por ejemplo. Ahora, en cambio, el gobierno ha decidido transferir más educación a las Autonomías: la regulación de las reválidas wertianas, ex estatales. ¿De qué se examinarán en Andalucía, Galicia, Cataluña…?


¡Cuántas marcas! Los jueves, ahora alternos, tenemos sesión en el cursillo para dejar de fumar. 
Mientras espero a Paquitín tomando un café en la terraza de La Plazuela, me he inventado un pasatiempo: mirar los coches que bajan hacia la Plaza de San Pedro. ¡Nunca han pasado dos seguidos de la misma marca, ni hay una que predomine sobre las otras! Y con las furgonetas y las motos pasa lo mismo. ¿Se ha fijado alguna vez?
La pegunta es muy tonta: ¿con qué criterio nos compramos el coche? Sería curioso saber el de cada cual.




¿Los mejores de Europa? ¿Son, de verdad, el Atleti y el Madrid los mejores equipos de fútbol de Europa? ¡Pues apañado está el fútbol!
A lo peor, es que yo perdí la afición/pasión con este fútbol de tuya-mía-pá-ti-pá, que teje telarañas en el centro del campo y no ataca hacia las porterías. Del partido el Atleti aguanté hasta el minuto 4 del segundo tiempo… Y me pareció que el Bayern –Alonso, Rivery-se comía su racanería. Y lo del Madrid fue aún peor: un esquipo plácido, sin tensión ni ideas, sin gol… Pues ¡viva Europa, suerte!


 






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