No diga afición, diga “sociedad civil”

“Es curioso el uso que el PSOE está haciendo del concepto sociedad civil”

Jose Fernández
01:00 • 08 may. 2016

El redactor deportivo avezado sabe que en muchas ocasiones, emplear el nebuloso término “la afición” como sujeto de un titular, no es más que un recurso de perro viejo para que la opinión personalísima del propio redactor aparezca más reforzada. Por ejemplo, un titular como “La afición quiere que Julito juegue de central” no significa más que el autor de la pieza estima conveniente la alineación del tal Julito, bien porque el tal Julito se sirva de su amigo periodista o exactamente por lo contrario. Pero no les quiero hablar de fútbol, sino del curioso uso que el PSOE almeriense está haciendo últimamente del impreciso concepto “sociedad civil”, como elemento de autoridad o refuerzo en sus posturas, bien sea para pedir la purga de tertulianos en la televisión municipal, bien sea para justificar su presencia en una manifestación. Hace un par de días, el PSOE lanzaba un tuit (ahora las noticias están en las redes y no en las calles) diciendo textualmente: “Hoy los socialistas de Almería volvemos a estar presentes en las reclamaciones de la sociedad civil de nuestra provincia. Por un tren digno”. Ya digo que sería muy interesante que los socialistas terminasen de precisar los límites, altura y profundidad de los que ellas y ellos entiendan por “sociedad civil”, para que así sepamos situarnos todos. De entrada, diré que me parece espléndido que se exijan trenes más rápidos y accesibles para Almería y desde aquí aplaudo al que lo haga. Pero si vuelvo al tema perimetral de la sociedad civil es porque los socialistas, que sí estaban en la manifestación del tren, han tenido deliberadas y reiteradas ausencias en otros actos similares en los que se ha pedido a la Junta del PSOE de Sevilla el final de las aulas portátiles, el prometido materno-infantil o un conservatorio digno. ¿Debemos entender que los que piden esas cosas no forman parte de la sociedad civil? Sería bueno que explicasen la razón por la que, a estas alturas, siguen arrogándose la potestad de poner los límites del terreno de juego.







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