Doña Purificación García así lo asegura: Su marido tuvo un subidón de adrenalina ante la provocación del Partido Popular y llamó gilipollas al señor Llamas, don Pedro (durante la celebración de un pleno) actual concejal del PP y anterior alcalde del Cantoria y tuvo que ser expulsado del salón de plenos por la policía local a requerimiento de la alcaldesa, que es al mismo tiempo su esposa. Tiene que tener su morbo eso de mandar el desalojo del marido. ¡A la calle con él!
La historia del señor Cerrillos y el tener que dejar la candidatura del PSOE a la alcaldía es conocida, tuvo resonancia nacional. Pensamos en aquella ocasión que alguien era culpable del ‘performance’ en el que se vio metido don Antonio y que le había costado el primer puesto en la lista socialista. Después comprobamos que todo se quedaba en casa, que era su mujer la que se colocaba como candidata, conseguía la vara de mando con los votos de sus vecinos y tras ser nombrada alcaldesa puso al señor Cerrillos como asesor municipal. No le pudo salir mejor a la familia. Todos colocados. Como tiene que ser. ¡Viva la buena vida!
Vale que el señor Cerrillos cayera en la primera trampa tendida (no se sabe muy bien por quien) y tuviera que abandonar su posición política, pero que vuelva a caer en otra (según su mujer y alcaldesa provocada por el PP), y llame gilipollas en el pleno a un concejal popular, que quieren que les diga, no dice mucho y bien de don Antonio.
Se lo tiene que hacer mirar. Y lo que es peor, se lo tendrá que hacer mirar también la señora alcaldesa y esposa del ‘insultador’, pues mantener como asesor a alguien que tiene subidones como el ocurrido en el pleno y que encima sea su marido no dice nada bueno de su paso por la alcaldía. Y si es cierto como ella asegura que cae fácilmente en las trampas y provocaciones del PP, mejor sería para ella y su equipo de gobierno que lo dejara en casa durante los próximos plenos, no es bueno que tenga que dar orden a la Policía Local de expulsarlo de nuevo del salón por las subidas de testosterona que sufre el bueno de don Antonio.
Tuvimos palabra gruesa en el salón de plenos Roquetas, tuvimos menosprecio en el de Almería, no podía faltar el insulto en el de Cantoria. Por lo visto, lo de los insultos, los tacos y los menosprecios pasea por todas las aceras políticas.
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