La resistencia numantina de los temporales y precipitaciones a adentrarse en las tierras del Sureste agudizan las nefastas consecuencias de la sequía que padecemos. Por doquier se suceden iniciativas y actuaciones para buscar la anhelada agua. La teoría de las avionetas espantanubes y rompenubes es tema cotidiano en tertulias y reuniones de estos pueblos del Sur tan desfavorecidos. Los cielos se mantienen encapotados durante las últimas jornadas, pero las gotas de agua no quieren suicidarse en masa contra los desnutridos sembrados que muestran a simple vista su desesperada existencia; por no hablar de otros cultivos que tanto contribuyen a la producción agraria de Almería, como es el almendro, un árbol que en los últimos años ha despertado numerosas esperanzas en las gentes del agro, que se han traducido en un notable incremento de nuevas plantaciones. Sin embargo, la innegable realidad es que muchos ejemplares han quedado improductivos para la próxima campaña cuando no se han secado definitivamente. La desesperanza cunde entre los abnegados hombre de la tierra que ven correr el año agrícola sin retorno. Para muchos solo el milagro, de existir, podría paliar o remediar algo tan grave encrucijada. Y es que no es la primera vez ni será la última en la que la sequía haya llevado al mundo rural a encomendarse a patronos y santos con plegarias y rogativas. En mi pueblo ya ocurrió hace unas décadas cuando ante un persistente episodio de falta de lluvias la vecindad decidió procesionar al patrón, San Gregorio, -que precisamente hoy es su festividad- por campos y cultivos. La idea debió agradar al alma del obispo ostiense y abad del monasterio romano de San Cosme y San Damián , pues apenas una semana después el cielo estuvo manando agua durante casi una quincena y, en parte, aquel año se alivió la producción agraria. Desde aquel entonces nadie se ha atrevido a hablar de milagro, ni mucho menos, pero sí comentan que algún poder debió ejercer tan venerado patrón en tan corto espacio de tiempo. Dicen que si San Gregorio no obró el milagro de la lluvia sí debió disponer de una gran avioneta o un hidroavión que durante días regó de agua la esperanza de sus devotos.
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