El Gobierno ha pedido formalmente a la Comisión Europea que conceda a España un año más para cumplir con el objetivo marcado de déficit público. De hecho, según el cuadro macroeconómico enviado hace unos días a Bruselas ya de facto se sostenía una previsión del 3 por ciento del PIB para 2017 y no para 2016. A esta petición se acompañan los recortes de gasto que el gobierno en funciones ha aprobado en dos consejos de ministros. La no disponibilidad de 2.000 millones y otros recortes hasta sumar unos 5.000 millones. España obviamente con esta maniobra intenta evitar que España sea sancionada y menos que se produzca esa noticia en plena campaña electoral. En todo caso, según ha explicado el ministro de Economía en funciones, el gobierno ha argumentado para esta petición de flexibilidad, los esfuerzos realizados y las previsiones que antes comentaba de recorte del presupuesto. Además, según ha dicho De Guindos, es muy probable que nuestro país crezca más de lo previsto en el cuadro enviado a Bruselas. En este momento el PIB español estaría creciendo a una tasa del 3 por ciento, por lo que no es descabellado pensar que a final de año, quede por encima de la previsión del 2,7 por ciento.
En este contexto, el ministro de Exteriores, fuera de guión, decía ayer que nos hemos pasado cuatro pueblos con la austeridad, dando obviamente argumentos a la izquierda y ofreciendo un mensaje que no se corresponde con las cifras que arrojan las cuentas públicas que maneja su compañero de Hacienda y otros estudios sobre la materia. García Margallo no se ha debido enterar de que España ha sido el país de la eurozona que menos ajuste fiscal ha realizado desde 2010. Cierto que se llegaron a contabilizar recortes de las plantillas públicas superiores a las 400.000 personas y que se impusieron algunos copagos, pero España ha seguido manteniendo el seguro de desempleo, las pensiones, la sanidad o la educación. El argumento del “austericidio”, a pesar de que desde 2012 el déficit público ha pasado del 9,3 por ciento en que lo dejó el gobierno de Zapatero al 5,1 por ciento del cierre de 2015, no se sostiene con los datos en la mano. Ha sido profusamente utilizado sí, pero siempre como arma arrojadiza contra el gobierno de Mariano Rajoy, como base de la crítica a lo que ha sido la pérdida de empleos y poder adquisitivo propio de una crisis de caballo como la que hemos vivido. De hecho, para los liberales no sólo no ha habido “austericidio”, sino que se ha seguido gastando por encima de nuestras posibilidades como reflejan las cifras de déficit y deuda, aunque aquí haya que incluir el rescate financiero y el Plan a Proveedores que salvó miles de empresas y de puestos de trabajo.
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