La campaña venidera se presenta como un caluroso torneo sobre tierra batida, con los jugadores restando voleas sin demasiada convicción. Puntos interminables de silencio, raquetazo y giro de cuello. Y así quince iguales. Pero cuando el juego es así de previsible, en las canchas de sobremesa se gana antes una tortícolis que un set. Parece advertirse algo de desgana en algunos jugadores, como pudo apreciarse en la contestación algo agarrotada con la que el PSOE almeriense puntualizóel baño de masas que se pegó Rajoy en Almería y El Ejido. Y así, a la candidata al Congreso, Sonia Ferrer, no se le ocurrió mejor cosa que definir la visita del presidente como un símbolo “del olvido y del abandono” (sic.) del Gobierno sobre Almería. De entrada, sorprende que alguien pueda interpretar una visita (la sexta desde que es presidente) como un reflejo del poco aprecio. Pero sobre todo, sorprende que se diga esto desde el partido cuya presidenta –Susana Díaz- lleva desde noviembre de 2015 sin querer poner fecha a la reunión que le pidió, nada más ser nombrado, el Alcalde de Almería. Y para subrayar aún más lo desafortunado de la respuesta, cabría recordar a la señora Ferrer que Susana Díaz no tardó ni 48 horas en ofrecerse a visitar el Ayuntamiento de Granada, tras las maniobras de despacho que han permitido al PSOE hacerse con esa alcaldía. ¿Comparamos 200 con dos días? No caeré en la pueril identificación de la mayor frecuencia de las presencias con un mayor nivel de afecto, ni tampoco en la contraria equiparación de la ausencia con un desprecio de raíz genética. No lo haré yo. Pero señora Ferrer, no le quepa la menor duda de que una gran mayoría de almerienses no son reacios a establecer una relación directa entre el ya indisimulable rechazo de la presidenta de la Junta a colaborar con el Ayuntamiento de Almería y el uso asquerosamente sectario de las instituciones.
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