Decía Leonardo da Vinci que hemos de ser obreros de la inteligencia y arqueólogos de la verdad.
Así debería ser pero la inteligencia nos viene dada ya en el nacimiento. Más fácil sería, pues sí depende de cada cual, ser arqueólogo de la verdad pero el problema es que, como decía Rossellini, muchos –los políticos, casi todos- prefieren no mirar las cosas como son, sino correr detrás de sus sueños. Y, claro, así pasa lo que pasa. ¿Lo último? El afán quimérico de Albert Rivera y de Pedro Sánchez de presentarse como nuevos Adolfo Suárez: “puedo prometer y prometo decencia. Puedo prometer y prometo diálogo. Puedo prometer y prometo dedicación”, ha dicho Sánchez, con enorme cinismo. Basta esa invocación al diálogo para acreditar su hipocresía. ¡Pero si las Elecciones se repiten porque él se negó a dialogar con el Partido que lo había superado en 1.684.973 votos y 33 diputados, habiendo quedado él último en Madrid con 6 diputados y 634.244 votos frente a los 13 y 1.204.059 del PP, y superado por Podemos y Ciudadanos! Y el beautiful, inconcreto y mutante Rivera tiene vetado a Rajoy, aunque parece que inicia -primun vivere- la marcha atrás.
Suárez, en su memorable y breve discurso de 13 de junio de 1977 –se puede ver en internet- dijo: “Hay que eliminar… muchas injusticias: desde la absurda discriminación de la mujer hasta la superación de todos los desequilibrios sociales, culturales y económicos... España se debe construir con la colaboración de la derecha y la izquierda, aunque defendemos un modelo de sociedad diferente... a través de la moderación, el diálogo y el pacto porque nadie puede pretender que su verdad sea la única... Puedo prometer, y prometo... , intentar elaborar una Constitución en colaboración con todos los grupos representados en las Cortes... Puedo prometer, y prometo... un entendimiento social [sobre] la economía española... Puedo prometer, y prometo... una reforma fiscal que garantice... que pague más quien más tiene. Puedo prometer, y prometo... institucionalizar cada región según sus propias características. Puedo prometer, y prometo, que trabajaremos con honestidad, con limpieza y de tal forma que todos ustedes puedan controlar las acciones de gobierno. Puedo, en fin, prometer, y prometo, que el logro de una España para todos no se pondrá en peligro por las ambiciones de algunos y los privilegios de unos cuantos”.
¿Tiene algo que ver ese discurso con lo dicho por Sánchez? ¡Lominmitico: lo del huevo y la castaña!, lo que no impide reconocer que ha sufrido un ataque de cordura y que, para hacer política nueva, -“el cambio”- ha recurrido a las viejas y experimentadas glorias: José Borrell (69 años; Ministro en 1991 y Presidente del Parlamento Europeo en 2004); José Enrique Serrano (67, Director de Gabinete con Felipe González y Zapatero); Ángel Gabilondo (67, Ministro); Jordi Sevilla (60, Ministro); Margarita Robles (59, Subsecretaria en 1993, y Secretaria de Estado en 1994)… ¿Ahora no hay estrella(da)s como Irene, Zaida…?
Y a propósito de listas, algunas veces más bien tontas: estos días he leído mucho sobre el mono Amedio y los cuneros en general. No nos escandalicemos: son consecuencia del sistema electoral de listas cerradas -muchos llevemos añísimos clamando por la circunscripción unipersonal mayoritaria- en que se vota al Partido, no al candidato. ¡Bien que lo entendieron los diputados almerienses de UCD obligados a votar el apaño del Referéndum de autonomía! Cuando se quejaron ante Suárez de que no podían presentarse en Almería traicionando la voluntad de su electorado, el Presidente les dijo: “Ustedes son Diputados de UCD y de España, no de Almería”.
... Las listas siguen más cerradas que una caja fuerte. No se extrañe, pues, nadie de que haya cuneros.
Y retomo lo de obreros de la inteligencia. Que los políticos sea cipotes –normales o a la vela- me preocupa, sólo, en cuanto que a más cipotes, más cipotadas. Pero me molesta que los apollardaos nos asimilen a ellos: no pueden decir, como han hecho Pedro Sánchez y Susana Díaz, que el PSOE va a ganar. Es una burla, y un político ha de ser creíble. Felipe, en 1982, obtuvo el 48’11% de los votos y 202 diputados, y el PP, en 2011, el 44’63% y 186 escaños. ¡Eso, es ganar! En 2015, Pedro Sánchez, se quedó en un raquítico 22’01%, y 90 diputados, a sólo 341.316 del conglomerado Podemos –que también se apunta al “vamos a ganar”- y sin contar los 923.133 votos de IU. ¡Y dice que ahora va a ganar! Los inteligentes, no hacen esas afirmaciones.
Y dejo que acabe Leonardo: “a la realidad, prefiero los sueños, que son como estrellas del firmamento interior. Nunca se extraviará quien mira fijamente una estrella”. Claro que no habló de las estrellas fugaces.
Soriano & Corona En 2015 escribí: “Corona era la púa que unía las varillas del abanico. Perdida la púa, cada varilla va por su lado.” Y en enero: “Soriano se echa el equipo a la espalda…, e –ido Corona- se desvive por hacer equipo… Un ejemplo de profesionalidad y de lealtad.”
J. M. Lillo, el sabio insumiso, me dijo: “el día que no juegan Soriano o Corona, los futbolistas dicen: estamos huérfanos, falta Papi”
¡Era todo tan evidente! ¡Bentornato, Mago; suerte, Papi!
¡Felicidades, Unai! Y gracias por la clase práctica.
¿Qué es lo que es? Acabo de vivir una sorpresa feliz.
Guillermo Lago es un señor caballeroso, cultísimo, Doctor en Derecho, alto Funcionario, afabilísima, con el sentido del humor de los inteligentes, y lleno de inquietudes. No intuí que fuera poeta, pero he descubierto su poemario “¿Qué es lo que es?”, una joya editada por la recordada Ana Santos, en “El Gaviero”.
Su poesía es divertida, sensual, intimista, reflexiva, como un tren de instantes..., escrita con la elegancia de la sencillez, más latido que epidermis.
Las diáconas ¿Cómo es posible que la iglesia católica – “universal, común a todos”- se contradiga y menosprecie a la mujer? ¿Sería imaginable una Sociedad que excluyese de su Junta General a la mitad de sus socios, que les impidiese ser administradores?
¿Cómo puede la Iglesia Católica no reconocer la dignidad de la mujer? Una iglesia que siga negándola, ¿es realmente una ecuménica del siglo XXI?
¿Puede una mujer ser Presidenta de EE.UU., que vale como decir del Imperio, y no cura de pueblo? ¡Diablos. Digo: diablas!
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