La Iglesia del Palmar de Troya (Sevilla) está siendo noticia estos días por varios motivos. Las picantes y escandalosas declaraciones a tumba abierta del que fuera pseudoPapa con el nombre de Gregorio XVIII ponen en la cresta de la ola la sospechosa “vida y milagros” de las sectas. “Desde el principio fue todo un montaje” afirma el líder espiritual, Ginés Jesús Hernández, dedicado hoy a otras labores menos sagradas.
¿Qué fue lo dio fama y puso en olor de multitudes a este grupo de fanáticos? Eran los años setenta. La Iglesia católica hablaba entonces de “aggionamento”. Había que dialogar con el mundo y cambiar estructuras rancias que estaban alejando al pueblo de Dios de la fe cristiana. El sacerdote ya no dirá la misa en latín de espaldas a la gente sino de frente a frente. Las lenguas romances, acompañadas de músicas étnicas, sustituirán en parte el viejo tesoro artístico que fueron creando los siglos. En general el pueblo de Dios acoge con buen sentido las reformas conciliares. Pero no todos son obedientes a la renovación eclesiástica. Una pequeña tropa de ignorantes fanáticos, amantes del pasado y demasiado poco impuestos en la historia de la Iglesia, fundan lo que hoy conocemos como el Palmar de Troya. Aquí síque no hay cambio alguno. En los actos litúrgicos se conserva la misma parafernalia que en el Concilio de Nicea. A las mujeres las tapan desde la cabeza hasta los pies. Ya no vemos un cleryman aunque sea el de un obispo protestante.
Pero lo principal no es el vestido sino lo que no vemos. Los fieles son aislados del resto del mundo. Algún preboste espabilado ha visto enseguida que el Palmar puede convertirse en una máquina de acumular limosnas de todo el mundo. He aquí la nueva espiritualidad. Mientras prometen profecías del Anticristo que desde luego no se cumplen, los encargados de la bolsa van acumulando pasta para levantar un complejo arquitectónico que pone de rodillas a los campesinos de buena fe. Se dice también que los Gurús de este negocio espiritual tampoco se matan por pagar a Hacienda. En fin, el tiempo aclarará más cosa. Los medios informativos ya no paran. Una vez más quien se aparta de Roma puede terminar en Sodoma y Gomorra,
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