La corrupción, suma y sigue

Kayros
23:16 • 25 may. 2016

Alguna vez oí decir a uno de mis profesores, experto en teoría de la información, quecuando no haynoticia nuevanodebería habertampocoperiódico. Es una interpretación demasiado rígida de la oferta y la demanda. Peroya se encargónuestro viejo, omnipotente y entrañable capitalismode cambiar las cosas poniendo por delantela oferta yobligando a la publicidad que hiciera lo demás.En estricta justeza, yo tampoco debiera escribir otro artículo sobre la corrupción. Son demasiados ya. No obstante esta semana han aparecido brotes nuevos que hacen pensar que pertenecen al mismo árbol podrido de añosatrás. Porejemplo, a MarianoRajoy le han abucheadoen la calle gritándole chorizo y ladrón. Está siendo muy comentada su carta a Juncker donde, por un lado, dice que se harán los ajustes necesarios, en contraposición con lo que dijo aquí en Madrid: “no serán necesarios nuevos ajustes”. Por otro lado, tenemosla noticia de que el PP tendrá que depositar 1,2 millones de fianza civil por su c aja b, unaexigencia impuesta por el juez Joséde la Mata para cubrir posibles responsabilidades del “caso Bárcenas”. Y ya puestos tampoco hay que olvidar que Cotino y la cúpula Gürtel serán juzgados por asociación ilícita y cobro de comisionespor la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia. Menos se hahablado esta semana de las presuntas 178 cuentas del exvicepresidente Rodrigo Rato, un asunto complejodel cual no pienso ocuparme. A mí como ciudadano corriente y moliente lo que preocupa es pensar que este partido, tan lleno de casos de corrupción, pueda ganar de nuevo las elecciones generales.Por supuesto que su estrategia electoral será recordarnos que nos han sacado de la crisis pero esto no es del todo cierto. En España crece la desigualdad y la pobreza. Aumenta  el paro y los recortes hacen estragos. Un nuevo mal acaba de añadirse a su apocalipsis: es el extremismo de los que protestan. Rajoy simplifica: o yo o el caos. Con el radicalismo, dice, no vamos a ninguna parte. Como si hubiera algomás radical que el hambre de los niños o que de cada cinco españoles, unoal menos sea un desempleado de largo recorrido. Nuestros políticos debieran visitar más organizaciones de caridad en vez deviajarhacia la abstración. 







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