Con la declaración ayer tarde de Susana Díaz, el Parlamento de Andalucía ha dado por cerrada la primera ronda de comparecencias en la comisión de investigación sobre los cursos de formación. El ‘plato fuerte’ de la comisión tenía cuatro ingredientes: la propia presidenta, sus antecesores Manuel Chaves y José Antonio Griñán y la ministra de Empleo, Fátima Báñez. Los expresidentes comparecieron anteayer. La ministra no lo ha hecho, y no porque sea ‘ilegal’, como se aventuró a decir Carmen Crespo, sino porque no lo ha considerado conveniente, al amparo de un informe del Consejo de Estado que dejaba el asunto a su voluntad.
Hay que hacer un ejercicio de voluntarismo exacerbado para sacar alguna conclusión positiva de una comisión de investigación que ha concurrido en el tiempo con una investigación judicial. En el Parlamento, se suele decir, lo que se dirimen son responsabilidades políticas, no penales. Pero, ¿qué responsabilidades políticas se pueden depurar cuando todos los protagonistas de entonces, empezando por quienes eran delegados, directores generales, consejeros o presidentes, ya están fuera de la vida pública?
Las comparecencias se han retransmitido en directo por el canal de Internet del Parlamento de Andalucía. La de Susana Díaz, también por el canal 24 Horas de TVE. Parece que con escaso interés popular. La realidad es que la comisión no ha aportado nada nuevo. Los expedientes de la formación se cuentan por decenas de miles. Los comisionados tenían que hacer un esfuerzo faraónico para estudiárselos. Al final han hecho lo que han podido, que no es poco, pero tampoco demasiado. Ya se sabe que en estas situaciones se busca más el efecto mediático y el desgaste electoral del adversario que la profundización en la realidad del asunto. Como una nota positiva del balance hay que decir que dos diputados almerienses, los comisionados Marta Bosquet, de Ciudadanos, y Rodrigo Sánchez, del PSOE, han superado con nota alta su cometido.
Chaves, Griñán y Díaz han pasado por la comisión sin apenas despeinarse. Los interpelantes han tenido dificultades para encontrar debilidades en sus responsabilidades como presidentes de los Consejos de Gobierno. Es lógico: a ese nivel la irregularidad es prácticamente imposible.
Las preguntas relacionadas con presuntas negligencias cometidas por subordinados han sido oportunamente despejadas por los comparecientes. “Que cada palo aguante su vela”, hubiera dicho María Dolores de Cospedal, algo que los expresidentes y la presidenta no dijeron, pero sí dieron a entender.
Tras la jornada de ayer, martes, los grupos decidirán si convocan una segunda ronda de comparencias. Si lo hacen, tampoco va a servir para nada.
Así que mejor es que sus señorías den carpetazo al asunto y dejen la vía expedita para la justicia. Y que el Señor reparta suertes.
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