La crisis... ¿Qué crisis?

Marcos Escánez
01:00 • 04 jun. 2016

Desde 2007 andamos con  esta situación de descuento en la que todo es “verlas venir” y no podemos hacer “casi nada” para conseguir una mejora. Morirnos parece que no nos vamos a morir aunque no debiéramos decirlo muy fuerte; como decía Morente: “seguro que de aquí salimos desfiguraos…”. 
Ahora  escuchamos a los políticos decir que ya no hay crisis, porque por fin se empiezan a vislumbrar signos de brotes verdes… aquellos que Zapatero anunció en una especie de ensoñación bizantina. Pero ojo, porque los que ahora anuncian el fin de la crisis andan inmersos en la misma trama que anduvo el protagonista de La metamorfosis de Kafka y parecen no darse cuenta de esta nueva realidad. 
Esta crisis es, simplemente, una transformación. Un cambio del estado de las cosas, donde los números necesitan la santa mano de L’Oreal y Lancòme para ser presentados en sociedad; las clases sociales se han reestructurado de “baja, media y alta” a “los que tienen, los que no y los políticos”; y la Justicia, aún teniendo que pagarse, está atada de pies y manos contra el abuso institucional. 
 Ya no estamos en crisis económica porque las cosas han cambiado. Ahora ozamos de miles de crisis… una para cada uno, una para cada ámbito, una para cada uno de los valores que nuestros padres intentaron inculcarnos. Pero es evidente que todos los padres no son lo mismo… Debe ser eso lo que ha propiciado que ahora sea el tiempo de la desvergüenza y esté liderado por los “caraduras”. Lo peor es que el pensamiento general se resume en que “ahora sólo nos queda aguantar este tirón y esperar a que todo se renueve”, y estoy convencido de que si seguimos sin hacer nada… la renovación va a ser aún peor.
 Ahora se sustituyen las oposiciones y la igualdad de oportunidades por una cola de espera de hijos de amigos y el orden se mide por la calidad de las relaciones; las concesiones administrativas son libres negocios sin inversión inicial; los concursos públicos son inútiles porque todo está pactado previamente; la ley de la oferta y la demanda sólo es oferta y manipulación; los pactos son luchas por cuotas de poder; la expresión “difama que algo queda” es la máxima más extendida; rescatar una empresa privada con ayudas públicas de más de 13.000 millones no impide que meses después esta empresa se venda a una privada en sólo 1.200 millones y una deuda del 100% del PIB no es una deuda grande, histórica y de largo recorrido sino un cuadro de amortización que se pagará con la desvergüenza nacional de que ahora trabajar no garantiza llegar a fin de mes…  
Es así de sencillo… la honestidad es ya una anécdota y la gente que está en desacuerdo con este cambio social son “perroflautas”.  







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