Metidos en plena faena captadora de votos por parte de las distintas formaciones que aspiran más o menos a lo mismo que las demás, asistimos al ritual de la democracia, sustentada en el principio de “una persona, un voto”. Vivimos este proceso con el nada disimulado cabreo de los ciudadanos, esa masa humana tan global y recurrente, de vecinos y convecinos a quienes los diferentes aspirantes a un acta electa de cualquiera de las dos cámaras de las Cortes los sitúan como destinatarios-receptores de todas las acciones que en beneficio de ellos , dicen, ejecutarán si logran el poder. En esta `primera semana de campaña, un servidor se pregunta si se puede mejorar este sistema democrático que nos han-hemos dado. Desde luego que la democracia es el mejor de los sistemas políticos que se conozcan, pero,¿ esto supone que no se pueda perfeccionar?. Quienes llevan en su mochila vital las experiencias de otras consultas electorales recordarán las nada añejas estampas de familiares y conocidos que acompañan a personas con diferentes dificultades a las mesas electorales y en las mismas cabinas o con anterioridad a su llegada a los colegios han puesto al votante de turno una papeleta en la mano, dada la incapacidad de discernimiento ante las diferentes opciones que se le ofrecen. Esta acción no rompe el principio básico del sistema: una persona un voto, y cada uno de éstos contabiliza y vale lo mismo, ya sea improvisado, meditado y reflexionado o carente de raciocinio. Pero frente al susodicho argumentarlo, modestamente se puede mantener el espíritu del sistema y mejorar el voto mediante la alteración de la dirección del mismo. Es decir, con la actual mecánica electoral se nos permite votar a favor de una candidatura, de una formación y de un candidato/a, pero sin embargo no se nos ofrece la opción de votar en contra de cualquiera de ellos. Muchos ciudadanos aseguran cada vez más que no hay una opción concreta que les convenza para darle su voto, pero que sí merecen su censura, es decir su voto en contra. Como sabemos esa posibilidad no existe. Tal vez si se contemplase el voto en contra el sistema ayudaría a muchos votantes aquel sería más ponderado.
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