Nadie podía esperar, a estas alturas, un panegírico tan cerrado y encomiástico a la figura de Rodríguez Zapatero viniendo además de quien viene: de Pablo Iglesias, candidato de Podemos a la presidencia del Gobierno. Casi seguro que este Pablo Iglesias bis, que poco tiene que ver con el primero, no da puntada sin hilo y por tanto busca alguna recompensa en las urnas de los antiguos admiradores de ZP. Se ha dicho que el ídolo de Pedro Sánchez es Felipe González. De ahí la intención rupturista de decir que “Zapatero ha sido el mejor presidente de la democracia” y que se siente muy cerca del leonés en muchas cuestiones. Pero suponiendo que el de la coleta hubiera sido exagerado en esto de comparar a ZP con González, donde ha acertado de pleno es sacándolo del conglomerado infame en que lo tenía sepultado el PP. Para el PP, Zapatero era la encarnación de la “herencia recibida”, un lugar común donde lo mismo podías meter la crisis económica universal que los viejos de la dependencia, los grandes recortes y los hombres de negro que venían todos los meses a revisarnos las cuentas. De todo tenía la culpa ZP. Cuando algo fallaba en el Gobierno conservador, sus portavoces ya tenían preparada la respuesta: “No querrán ustedes que resolvamos el paro en cuatro meses después de recibir un país como el que nos entregaron los socialistas”. Se impuso , pues, la austeridad alemana, Vinieron los recortes. Cundió el despido libre por todas partes. La palabra precariedad , que apenas conocían los trabajadores, se convirtió luego en la reina del mambo. Y los empresarios que estrenaban nombre nuevo se animaron a crear puestos de trabajo temporales ante las facilidades que ofrecía la situación. Rodríguez Zapatero no era el que había traído la crisis sino la crisis engendrada en otras partes había embarrancado los avances sociales del programa socialista. Y así pasaron cuatro años. Tenemos ahora una España desigual, con mucho paro todavía. Grandes núcleos de la sociedad española se sienten abandonados pidiendo el cambio. El PP por el contrario tiene otra opinión . No hay tocar nada a la espera de los veinte millones de puestos de trabajo que promete Rajoy para dentro de dos años. Mientras tanto desagraviemos a Zapatero. Se han puesto de moda los desagravios.
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