¿Sirvió a alguien eldebate a 4?

Juan Megino
01:00 • 18 jun. 2016

Soy uno de los casi 11 millones de ciudadanos que, según las informaciones, vió el debate a 4 emitido por las televisiones el pasado lunes.
Asistí con un cierto escepticismo desde el comienzo por entender que la consideración del debate, a priori, debía ser a dos, donde pudieran cotejarse posiciones y programas entre las dos alternativas más votadas el pasado 20 D, y que, no necesariamente, van a ser los mismos el 26J. El encuentro a cuatro anticipaba más que un debate una tertulia televisiva de las que tanto abundan en los medios de comunicación, pero no dejaba de ser una fórmula novedosa en una campaña electoral. Independientemente de lo inadecuado del horario de emisión, en un día laborable y del interés relativo del mismo, muy al comienzo de la campaña electoral con las posiciones todavía bastante indefinidas, personalmente a mí no me decepcionó en cuanto al comportamiento de unos y otros, cuestionado en gran medida en el debate de Rajoy y Sánchez previo al 20 D. En este sentido, este formato hizo más difícil la confrontación cara a cara entre los intervinientes por la distancia física entre ellos.
Otra cuestión distinta fue el contenido del debate y aquí la impresión fue decepcionante. Nada nuevo hubo en el mismo, salvo la posición dominante de Iglesias sobre Sánchez, por otra parte bastante lógica conocido los conocidos resultados del CIS pero un tanto disfrazado con piel de cordero. Sorprendió en gran medida la actitud un tanto soberbia de Rivera en su posible relación futura con el PP, conocidos los “arrumacos” mutuos con el PSOE y su entreguismo durante las negociaciones previas a la fallida investidura de Sánchez, y quién sabe si volverán a repetirse tras el 26J. Rajoy en su papel, seguro y dominador en los temas económicos, pero evidentemente incómodo ante los ataques directos y personales, especialmente de Rivera, en temas de corrupción, que constituye, sin duda, el flanco más débil del candidato del PP y que puede constituirse en un verdadero lastre para los intereses de su partido, independientemente de que nadie pueda cuestionar su honradez. Probablemente este ataque directo de Rivera se pueda convertir en un obstáculo insoslayable en las conversaciones post 26J, al margen de la misma tensión interna que en el PP pueda producir un posible veto de Rivera.


Indecisos Ahora bien, el debate creo que no ha servido a ese 32% de ciudadanos indecisos que dicen no saber a quién votar, y que yo más bien definiría como voto oculto o un tanto vergonzante antes las actitudes de nuestros políticos. Ninguna idea nueva ni concreciones sobre importantes temas que no fueron ni rozados, salvo el desempleo, sin explicar cómo se recuperaría. 
Desde la posición de espectador interesado, vista la posición de unos y otros, me asalta la preocupación sobre lo que sucederá después de contar los votos.  Es claro que unas terceras elecciones y casi otro año con un gobierno en funciones, sería una auténtica tragedia para España, pero a mí me parece que la mayoría de los políticos en lo que menos piensan en estos momentos es, precisamente, en España.







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