La basura que genera la agricultura almeriense ni es basura ni merece la pena acumularla en un rincón. En lugar de hablar de basura, mejor hablar de biomasa, que es la palabra que prefieren usar los expertos para referirse a la ingente cantidad de residuos vegetales que cada año producen las más de 30.000 hectáreas de invernaderos que hay en Almería. Toda esa biomasa tiene valor económico.
Aunque parezca increíble, se generan cada año en la provincia 1.750.000 toneladas de restos vegetales, según los datos recogidos por la Universidad de Almería. Esa enorme masa verde tiene, a simple vista, hojas, raíces, tallos, restos de frutos y restos de la dichosa rafia. Sin embargo, a los ojos de un científico, la biomasa procedente de los invernaderos es una valiosa materia prima rica en ingredientes muy cotizados por la industria, como carbohidratos, proteínas, lípidos o lignina, entre otros bioproductos. Todas estas sustancias se venden y se compran en un mercado mundial donde crece sin parar la demanda de subproductos que antes eran residuos y que ahora, con la bioeconomía, se consideran materia prima a partir de la cual se pueden producir, por ejemplo, ingredientes de nuevos alimentos funcionales, o nuevos aromas y colores codiciados por las multinacionales de los detergentes o de la cosmética. Así se puso de manifiesto la semana pasada en el primer congreso de bioeconomía celebrado en el PITA, donde un experto en la materia reveló que toda la biomasa que producen los invernaderos en un año tiene un valor económico superior a los 32 millones de euros. Es decir, que si todos esos restos vegetales fueran considerados como fuente de materias primas y recibieran el correspondiente aprovechamiento, Almería podría ser un proveedor de primera magnitud para todas esas empresas innovadoras que, en silencio y sin que nos demos cuenta, están haciendo más saludable nuestra alimentación y nuestro estilo de vida.
La bioeconomía no es algo lejano, sino que en breve va a entrar de lleno en el modelo agrícola almeriense. La Junta de Andalucía ya ha presentado al sector agrícola una propuesta para aplicar una receta nueva a la hora de gestionar los residuos del campo. Se pretende que los agricultores gestionen individualmente sus restos, o que se agrupen entre ellos para gestionar pequeñas plantas de valorización. Cualquier fórmula sostenible será valida con tal de evitar la dependencia actual de la entrega a vertedero, destino del 80% de la biomasa. Se abren horizontes interesantes para los productores, y quien sabe si en un futuro próximo la producción hortícola se combine con la producción de materias primas para bioeconomía, convirtiendo al invernadero en una biofábrica que genere dos vías de beneficios económicos.
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