El proyecto Puerto-Ciudad es una asignatura pendiente para Almería que ya han solucionado eficazmente otras ciudades con extraordinarios efectos para el turismo, comercio y economía local: Málaga, Alicante, Cartagena, Barcelona… Un sinfín de poblaciones costeras ha logrado adecentar, conectar y civilizar el puerto con la ciudad. Para ello, es necesario tener muy claro cuál es el modelo de actividad portuaria y cuáles son las pretensiones de la ciudad.
El puerto de Almería es una rada de pequeñas proporciones que aglutina un gran número de abigarradas actividades industriales y comerciales. Además, entre las pretensiones de Autoridad Portuaria, figura la ampliación vinculada al negocio del mineral, lo que supone nuevas infraestructuras para el transporte (tren o camiones), acopio (“Toblerone”) y estiba (cintas trasportadoras, grúas…). Estas pretensiones colisionan con las expectativas municipales de apertura civil y desarrollo turístico, así como las servidumbres ya conocidas en la época del tren del mineral. No obstante, sería de agradecer que se aclarasen en el Ayuntamiento sobre su techo de ambiciones.
Unos dicen que Puerto-Ciudad se extenderá hasta la Fuente de los Peces; otros que hasta la Avenida del Ancla. Mal empezamos cuando anteponemos el deseo a la realidad. Y la realidad no es otra que el puerto está limitado por su propia configuración, actividad y la legislación. Y antes deberíamos detenernos a observar cómo funciona el puerto.
La terminal de pasajeros del puerto de Almería, salvo el enlace con Melilla, es una terminal internacional No Schengen. O sea, que está blindada y vigilada como lo está Melilla o Ceuta con la frontera de Marruecos. Y esto quiere decir que si la terminal de pasajeros continúa donde está, también lo estará la valla que la protege. Para que se libere la valla, la terminal de pasajeros habrá de desplazarse a otro lugar. La pregunta es ¿se ha planteado este traslado Puerto de Almería?
La única solución para liberar y hermanar el puerto con la ciudad es llevar la terminal internacional de frontera junto al puerto pesquero, en el Puerto de Pechina. Si se efectuase este cambio en la configuración del puerto no habría problemas para la ciudad, ya que el acceso a las dársenas de Poniente se efectuaría por la glorieta de Pescadería, y la nueva terminal fronteriza quedaría como fondo de saco y sin interferencias en todo el Parque de Nicolás Salmerón, que luciría sin valla en toda su extensión.
La nueva configuración dejaría la dársena del puerto para el atraque de cruceros con acceso directo al centro de la ciudad; amarre de grandes esloras deportivas con servicios técnicos y repostaje generalista; dependencias dignas para Guardia Civil, Aduanas y Salvamento Marítimo; terminal de abastecimiento agrícola e industrial de bajo impacto; terminal de recreo, turismo y corta distancia; Centro de Investigación Oceanográfica, ecología marina y desarrollo pesquero, Museo del Mar... El granel, chatarra, mineral, mármol, etc. quedaría para el Puerto Industrial de Carboneras que ha demostrado capacidad y experiencia en esta actividad, y la conexión ferroviaria estaría a un paso, cerca de la Venta del Pobre.
La ciudad tendría vía libre para desarrollar un espacio compartido con el puerto. Nuevas iniciativas comerciales y turísticas que han prosperado en otras ciudades tendrían el futuro que ahora el puerto les niega con una gestión y configuración disuasoria para emprender más allá de un zoco.
Nunca alcanzaremos un buen proyecto Puerto-Ciudad sin antes resolver la actual configuración portuaria; y de nada vale el concurso de quién aleja más, si a la Fuente de los Peces, Avenida del Ancla o hasta San Telmo y más allá.
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