Como la lluvia en la mar

¿Para qué sirve entonces la consejería de Cultura de la Junta de Andalucía?

Jose Fernández
01:00 • 28 jul. 2016

Desde hace algunos meses circula por las redes sociales, al igual que antes transitaba de mano en mano en sobadas cuartillas clandestinas, un epigrama furioso contra la Junta de Andalucía que dice así: “Hay tres cosas que no sirven de ná: la lluvia en la mar, la luna de día y la Junta de Andalucía.” Como todos, los pensamientos satíricos breves son tan demoledores como a veces injustos, pues la carga lírica prima a veces sobre el contenido. Ahora bien, si pensamos en algunas de las actuaciones recientes del gobierno andaluz en Almería, no es difícil ver una precisión quirúrgica en las estrofas. Haga el ejercicio de evaluar el nivel de eficacia en la prestación de servicios de la Junta de Andalucía en (asuntos aún sin resolver ordenados cronológicamente) el PERI de San Cristóbal, las obras de la Plaza Vieja o el Hospital Materno-Infantil, y verán que la utilidad del gobierno autonómico en los mismos ha sido la misma que tendría un monzón sobre el Indico de cara al regadío de un campo de lechugas en Pulpí. Hace apenas un par de días, la Junta de Andalucía terciaba en la reciente polémica sobre el inminente derrumbe del torreón del Castillo de cala San Pedro, asegurando que la solución del tema correspondía en exclusiva al dueño del castillo. ¿Y para qué sirve entonces la consejería de Cultura de la Junta de Andalucía? ¿Qué hace la Junta de Andalucía en el BIC del Cortijo del Fraile? ¿Y en la cercana Torre de los Alumbres? Que lo hagan sus dueños, caramba, y que no distraigan a los señores de la Junta con esas minucias, que no están en Sevilla para perder el tiempo con las tonterías de los almerienses. Lo que no se termina de entender es que la Junta de Andalucía haya anunciado obras de emergencia para evitar los peligrosos derrumbes que se están produciendo en la muralla norte de la Alcazaba de Almería, cuando lo suyo (lo que vale para uno debe valer para todos) es que esas obras las pagasen los herederos directos de Abderramán III. 







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