Dicen que la canícula altera el carácter, irrita los ánimos y vomita maldiciones. En este día que abre los postigos agosteños, a esta pluma torpe, caprichosa y soñadora le llegan otras manifestaciones y otras historias que hablan con gratitud de este tiempo de botijo y ventilador, de estas jornadas estivales de abanico y humedad epidérmica que tanto alivio proporcionan a los instintos liberadores del cuerpo y del alma. La fluidez y el trasiego de ciudadanos durante estas fechas nos convierten en anónimas piezas de una variopinta tipología de cazador o cazadora que con intencionalidad y sin ella se instalan en los más diversos rincones de nuestros pueblos y ciudades. Uno de estos sabios cazadores de imágenes, a la sazón forzoso prejubilado de una agencia de información, ocupa su merecido tiempo libre en denunciar mediante la imagen la incorrecta ocupación que de las calles y plazas públicas hacen algunos hosteleros y gerentes de terrazas y bares. La búsqueda de una de esas estampas le llevó hace unos días a uno de los rincones históricos más hermosos de nuestra ciudad, a la par que de los más bulliciosos, lugar de encuentro de tribus urbanas, en donde, sin embargo, alguien buscaba en tan alborotado escenario el sosiego, la paz y la meditación que siempre destilan los libros. El veterano fotógrafo adivinó al instante la belleza y la carga emocional de la secuencia. Pidió permiso y con la venia de la protagonista de la instantánea dejó sellado digitalmente tan reconfortante encuentro. Desde la mutua ignorancia, las palabras desentrañaron los caminos artísticos de sensibilidades muy cercanas. Con semblante florentino, sus profundos latinos miran ahora el Sur hispano, en donde la actriz de baile Marta Grazia profundiza en el talante de nuestras gentes, al tiempo que no pierde su horizonte en el espectáculo “El hombre músico al servicio de la mujer taranta”, que abarca el fenómeno del tarantismo desde diferentes perspectivas. Se detuvieron los relojes y la canícula dejó hablar al nuevo tiempo de confluencias y de arte, el mismo que tras el azabache de su mata de pelo deja correr Marta Grazia en su espectáculo Terra Taranta. Noche de Baile , en el madrileño Teatro del Barrio. No siempre la canícula azota, también es generosa en sorpresas.
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