El minero impresentable

Enrique Arias Vega
01:00 • 13 ago. 2016

Todo el mundo sabía en las minas asturianas el secreto a voces de la pensión cobrada durante 19 años por el sindicalista Fernández Villa a cuenta de un accidente que no tuvo.
A eso se le llama llover sobre mojado. El dirigente sindical ya fue expulsado de las filas de la organización UGT hace dos años tras descubrirse que tenía ocultos al menos 1,4 millones de euros, que afloraron cuando se acogió a la amnistía fiscal del ministro Cristóbal Montoro a los defraudadores de Hacienda.
Todo un angelito. Y es que Fernández Villa, además, era el líder de la facción radical del sindicato, la que se oponía frontalmente, y a veces con violencia, a los capitalistas explotadores de los pobres obreros a quienes precisamente robó el propio sindicalista.
Está visto que, como dice el refrán, no hay peor cuña que la de la misma madera. El mismo sindicato ya protagonizó expolios aún más masivos que éste, como el de la PSV en 1989: una cooperativa para construir viviendas a obreros que desvió 15.000 millones de las pesetas de entonces a otros fines, por lo que tuvo     que quebrar cinco años después.
Lo curioso del caso es que semejantes tropelías, que suponen una flagrante contradicción entre lo que se pregona y lo que se lleva a cabo, tienen menos repercusión mediática que los escándalos provocados por quienes creen correcta su actuación y cuyos actos, en consecuencia, sería moralmente menos reprochables que aquéllos.
Cuando ocurrió lo de la cooperativa PSV, se marchó, sin hacer ruido, el dirigente Nicolás Redondo, y ahora ha hecho lo propio Cándido Méndez. ¿Eso es todo? Se nos llena la boca de la necesaria regeneración de los partidos políticos y, en cambio, parece que pasemos de puntillas sobre los desmanes sindicales. 







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