España no puede seguir viviendo condicionada por las circunstancias personales de un dirigente. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, el mismo que presentaba su candidatura a la presidencia del Gobierno arropándose en una gigantesca bandera de España, debe asumir con visión y grandeza de Estado los dos últimos resultados electorales y dar los pasos necesarios que permitan dar respuesta a la urgente necesidad nacional de contar con un Gobierno efectivo y operativo, poniendo fin de ese modo a la improductiva y paralizante situación de un Ejecutivo en funciones durante ya demasiado tiempo. El señor Sánchez debe admitir que es imposible seguir diciendo “no” a la investidura del candidato ganador, Mariano Rajoy, y mantener que no quiere que se celebren unas terceras elecciones. El máximo responsable del Partido Socialista sostiene dos argumentos contradictorios e incompatibles, que sorprenden a propios y extraños. Y es que por mucho que se empeñe en mantener el “no” a Rajoy y en decir que no quiere unas nuevas elecciones en Navidad, es evidente que no se puede seguir afirmando ambas cosas a la vez, porque sólo hay dos salidas a esta situación: o un gobierno del partido que ha ganado las dos últimas elecciones, el Partido Popular, o la repetición de la campaña y el proceso electoral en Navidad, algo que para la inmensa mayoría de españoles es indeseable. La extravagante alternativa de buscar a la desesperada un gobierno multicolor y de amalgama presuntamente progresista es una posibilidad no ya incluso peor, sino probablemente letal para los intereses y las necesidades de España. El señor Sánchez, por tanto, habrá de decidir en algún momento qué alternativa escoge su partido, sin perder de vista que la falta de Gobierno empieza a suponer ya un serio problema para la economía española, que irremediablemente irá empeorando a medida que pasen las semanas. Nuestro país, España, se encuentra en una delicada encrucijada que demanda un ejercicio de responsabilidad por parte del partido que ha ganado las elecciones, y también de aquellos partidos que no las han ganado. Todos tenemos que asumir nuestra cuota de compromiso con los españoles: algunos apoyando y otros no obstaculizando la formación de Gobierno. El Partido Socialista, que ha sido un pilar en la recuperación de la democracia en España, no merece tener estar dirigido por quien, además de protagonizar sus peores resultados electorales, parece decidido a pasar a la Historia como el dirigente que bloqueó durante meses el futuro de España, intentando resolver su situación personal.
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