¿Cuántos turistas caben en Almería?

El Verano 2016, finalizado ya en lo emocional (mucho hemos escrito ya sobre esta extraña conexión de los almerienses entre la última detonación de la traca ferial y la primera campanada de la Nochevieja) aunque no en lo climático, nos ha dejado una conclusión sumamente interesante: la crecientemente compartida percepción de que ya son “demasiados” los turistas que nos visitan, colmatando playas, accesos, terrazas y demás lugares de esparcimiento. Sé que mis queridos amigos de la Asociación de Hostelería no ven en mis palabras una hostilidad o negatividad encubierta, sino el simple eco de una cuestión que, por primera vez, ha aparecido con carta de naturaleza informativa. La prensa se ha hecho eco  de los problemas que en algunas playas ha causado este verano la masiva presencia de visitantes, deseosos de comprobar con sus propios ojos las maravillas que las diferentes campañas publicitarias han anunciado sobre nuestro litoral. Y aunque no son hechos comparables (precaución que tomo ante en habitual sanedrín de deontólogos de guardia) empieza a pasar con los turistas algo parecido a lo que sucedió al tiempo de comprobarse la imposibilidad física de cumplir la emocionante proclama ética del “papeles para todos”. Y del mismo modo que no es factible nacionalizar o naturalizar al primero (o la primera, que por aquí también sobrevuelan escuadrillas de interceptores del machismo) que desembarque de una patera o brinque una valla, parece que nos estamos dando cuenta de que el exceso de turismo empieza a ser un problema de compleja resolución, dado que las modas (el turismo en el fondo es un hábito de imitación) no tienen cupo ni plazo de cumplimiento y puede que ya nadie evite que el próximo verano sean millón y medio los turistas que quieran bañarse en las playas antaño recónditas y agradables de nuestro litoral. Los defensores del concepto “turismo sostenible” tienen ahora el reto de precisar sus límites y dimensiones reales. ¿Cuántos turistas caben en Almería cada verano?