Visto el desprecio a la opinión pública que se desprende de la designación del dimitido ministro José Manuel Soria para ocupar plaza en el Banco Mundial es fácil deducir que Mariano Rajoy apuesta por ir a unas nuevas elecciones. Suena a paradoja porque en cualquier país de nuestro entorno un trágala de semejante calado habría aparejado un gran desgaste político visto que en su día el ministro resignó el cargo porque como sentenció Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda. "No se puede pertenecer al Consejo de Ministros y estar en paraísos fiscales". Consciente del peaje que habría tenido que pagar, nadie en Francia o Alemania se habría atrevido.
Aquí rigen otros códigos. Mariano Rajoy confía en que los votantes del PP que en las dos últimas elecciones "amnistiaron" los múltiples casos de corrupción que rodean al partido -algunos de los más sonados salen a juicio las próximos semanas- sigan votándoles.
Tradicionalmente, en España, la derecha cuenta con partidarios más fieles y a críticos que las izquierdas que, para empezar, comparecen divididas y enfrentadas y cuyos electores suelen ser más críticos. Los estrategas del PP confían en obtener rédito electoral de la división de las izquierdas y, también, por qué no decirlo, de la levedad del liderazgo de un Pedro Sánchez errático en sus últimas propuestas. Entienden que la fase de anemia política por la que atraviesa el PSOE les favorece y también mantienen la esperanza de que no se haya evaporado aquél estado de incertidumbre centrado en el "miedo a Podemos" y que el fantasma de un triunfo del populismo bolivariano contribuya a que no se desmovilice el electorado conservador. Otro elemento que arroja luz sobre el inopinado optimismo que mantiene Rajoy, pese al fracaso de su investidura, interpretable como una auténtica moción de censura, tiene que ver con la situación en la que ha quedado Ciudadanos tras el debate. Creen que el zigzag de Albert Rivera, le hará perder apoyo electoral. Pérdida de votos que podría cosechar el PP. Visto desde fuera es difícil explicar el optimismo de Rajoy. "A nosotros nos irá bien" -les ha dicho a sus colaboradores-. Ese optimismo lo genera su probada habilidad para, siguiendo los consejos de Baltasar Gracián, valerse de sus enemigos y saber esperar. La fórmula le ha funcionado a lo largo de los treinta y cinco años que lleva ocupando cargos políticos. Por eso confía en seguir.
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