Les cuento una historia. Eran los meses en los que la Rambla Obispo Orberá estaba abierta en canal para hacer el actual aparcamiento. No quiso esa responsabilidad el entonces edil de urbanismo y tuvo que cargar con el muerto Juan Carlos Pérez Navas. ¡Cuántos disgustos y sapos te tuviste que tragar, Juan Carlos! Y aquella rambla abierta en canal en el corazón de la ciudad se tragó los votos del PSOE y llevó al PP al gobierno municipal. A uno de sus concejales se le ocurrió que ya que se estaba en obras hasta la Puerta de Purchena, ¿por qué no se abría el Paseo, se dejaba una zona para aparcamiento y una vía de bajada para circular los coches hasta el final del mismo? Era una idea novedosa, qué duda cabe, y como toda idea que intenta adelantarse en el tiempo, no fue bien aceptada. Si aquella obra se hubiera llevado a cabo, tendríamos el Paseo peatonal desde hace años. Pero algunos políticos parece que sólo tienen la cabeza para llevar la “boina”.
Algo parecido ocurrió con el parking de la Rambla Federico García Lorca. Alguien manifestó que se tendría que haber dejado abierto el cauce hasta por lo menos el antiguo badén del Barrio Alto e irlo incorporando por fases según las necesidades de la ciudad. Hoy a nadie se le escapa que siguen faltando plazas de aparcamiento en esa zona y que ya no es fácil que se pueda abrir en canal la rambla. ¡Políticos de boina! Se le presentó al ayuntamiento un proyecto para hacer subterráneo el tráfico desde la Puerta de Puchena hasta la plaza de San Pedro, en este caso desde la iniciativa privada. Un buen trozo de la ciudad peatonal que se perdió. Sólo “boinas” en la Plaza Vieja. No había otra cosa. El Paseo se cerró durante muchos años los domingos y días festivos por la mañana, ¿es que ya no se acuerdan? Estaba de edil de tráfico mi buen amigo Roque López, y era una alegría ver el Paseo lleno de gente.
Es de lógica lo manifestado por los empresarios: hay que ver el reparto a los comercios. No parece tan complicado. El Paseo no necesita estar todo el día cerrado al tráfico, tiene amplias aceras, pero peatonalizado los fines de semana y las tardes-noches supondría un aliciente más para vivir el centro de la ciudad. Durante la feria se cerraba a partir de las doce del mediodía y el éxito estaba servido. Pero los “boinas” son los que mandan.
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