La "baraka" de Rajoy

Fermín Bocos
23:12 • 11 oct. 2016

Decía André Gide que lo que se comprende en un abrir y cerrar de ojos no suele dejar huella. Tengo para mí que algo de eso está pasando con la "baraka" que parece tener Mariano Rajoy. Inmune al peaje que en otros países y sociedades avanzadas aparejan los casos de corrupción; ajeno a las impaciencias generacionales de algunos de sus colaboradores más cercanos y, en fin, se diría que hasta protegido por el dios de la ironía porque resulta que el PSOE, principal adversario del PP, se está devorando a sí mismo en vez de aprovechar el descontento social provocado por los recortes, las leyes impuestas sin consenso y los insoportables desahucios.
Leo y oigo interpretaciones del éxito de Rajoy atribuidas a la templanza con tendencia al quietismo que se le atribuye como principal rasgo de su carácter. Otras voces vinculan la presente situación de confort político del que disfruta a las ancestrales habilidades que según el tópico asisten a los políticos gallegos para disimular su pensamiento como estrategia para desconcertar a sus interlocutores. Quizá hay un poco de todo esto en la personalidad discreta y por otra parte escasamente carismática del actual y, a este paso, futuro presidente del Gobierno. Pero, volviendo a Gide, tiene que haber algo más. Más allá del reconocimiento por la remontada de la crisis que permite ver los tantas veces invocados "brotes verdes" de la economía, hecho que podría explicar la permanencia del notable respaldo electoral con el que cuenta el PP, para explicar el fenómeno de la fidelidad de los militantes y votantes populares hay que acudir a la historia de este partido. Manuel Fraga primero y definitivamente José María Aznar dotaron al partido de su mayor activo: la unidad. Unidad de la mayor parte de las familias y corrientes del mundo de las derechas. Solo quedaron fuera del PP fuerzas testimoniales del tardo franquismo y más recientemente, escisiones políticamente, irrelevantes. Para entender el poderoso activo que supone la unidad en tiempos de crisis política y fuerte confrontación ideológica, basta con recordar el naufragio de la UCD o, en nuestros días, observar lo que acontece en las izquierdas. No solo en el PSOE están en plena guerra civil. También en Podemos, aunque a otra escala, andan metidos en luchas de poder. Por resumir, la debilidad y la división de las izquierdas son el elixir que explica la perennidad de Mariano Rajoy. O, no -como diría él-. Tal vez tenga "baraka".







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