La Junta de Andalucía rescindirá el contrato "automáticamente" a aquellas empresas que incumplan durante dos meses consecutivos el pago del salario a sus trabajadores, según ha detallado la presidenta de la Junta, Susana Díaz. Y eso está muy bien, y es admirable y forma parte del indeclinable compromiso de nuestro gobierno autonómico por introducir cláusulas sociales y medioambientales en la contratación de la Administración andaluza, tal y tal, etcétera. Pero también refleja, y esto es en lo que quiero fijarme, una nueva muestra de esa alarmante desconexión con la realidad que demuestra en ocasiones la Junta de Andalucía. Por alguna extraña razón que no alcanzo a comprender, en Sevilla siguen instalados en el pensamiento mágico de esos libros de autoayuda que dicen que para que una cosa se cumpla basta con desearla. O es eso, o estamos ante un inconmensurable ejercicio de desparpajo, frescura y rostro hormigonado, porque a la Junta de Andalucía, que es probablemente la administración más incumplidora de todo el hemisferio norte del planeta, ya sólo le falta nombrar al Pillaliebres como consejero de Economía y Hacienda. ¿Conocen ustedes a algún particular o empresa que, en relación contractual con la Junta de Andalucía, haya visto cumplidos sus legítimos intereses en tiempo y forma? Es decir ¿ha pagado algo a tiempo alguna vez, a alguien la Junta de Andalucía? Puede que sí, no lo dudo, pero por mucho que sigan empeñados en Sevilla acerca de la amnesia y discapacidad intelectual colectiva de todos los almerienses, hagan memoria y piensen en la Escuela del Mármol de Fines, con cerca de una veintena de nóminas retrasadas, o en todas las empresas que han acabado desistiendo y retirándose de las obras que les contrató en su día la Junta de Andalucía porque, sencillamente, pagaban tarde, mal y nunca. Que doña Susana vaya a explicar esto “an’cal Pillaliebres.”
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