Afirmar que el PSOE de la capital se muestra, en asamblea, a favor del "no" a Rajoy, en la reunión del pasado jueves es faltar a la verdad.
Somos unos 800 afiliados en la ciudad de Almería de los cuales asistimos, siendo generosos, unos 120 militantes a la "asamblea informativa" (figura que no existe en nuestros estatutos), de ellos intervenimos unos 35. Unos a favor del no a un gobierno de Mariano Rajoy y por tanto a favor de unas terceras elecciones y otros a favor de que España tenga gobierno sin necesidad de terceras elecciones.
La convocatoria no se hizo a los 800 afiliados, supuestamente solo a algunos militantes través de correo eléctrico y por tanto no todos los afiliados tuvieron conocimiento de la misma.
No hubo votación, por tanto, no podemos saber la posición mayoritaria de los asistentes a la reunión, 120 de los 800. Afirmar que ese 15% que no llegó a votar nada es el sentir de la agrupación expresado en asamblea es poco serio.
Dejando a un lado dimes y diretes sobre mayoría y sentires, el debate de fondo se podría resumir entre los que están a favor de la ética de la convicción (No a Rajoy y terceras elecciones) y los que estamos a favor de la ética de la responsabilidad (que España tenga un gobierno ya, sin necesidad de nuevas elecciones).
Las dos posiciones son coherentes, la ética de la convicción no se preocupa por los resultados de las acciones más allá de nosotros mismos, mientras la ética de la responsabilidad se preocupa de las consecuencias de las acciones para nosotros y para terceros.
También se podría decir que el debate giraba ante si Rajoy gobierna ahora en minoría y por tanto podemos influir desde el Congreso en sus decisiones políticas o por el contrario permitimos nuevas elecciones, dando lugar previsiblemente a una mayoría de derechas sin posibilidad alguna de influir sobre las mismas, aunque unas elecciones siempre pueden sorprendernos, o no.
Quien actúa desde la ética de la convicción solo se siente responsable de que no flaquee la llama de la pura convicción y ante sí mismo, sin evaluar los daños que dicha decisión pueda causar a terceros, a la sociedad a la que nos debemos los que actuamos desde la representación política.
Somos de los que pensamos, quizás estemos en un error que no vemos, que para resolver la gran contradicción debemos pensar en el bienestar de nuestro país, de la gente a la que políticamente representamos, siendo útil a nuestra sociedad que es a la que representamos y servimos, mejorando sus condiciones de vida, aunque sea desde la influencia y el condicionamiento de las decisiones de un gobierno en minoría y pese a que tal decisión no sea coherente con nuestra convicción.
Es verdad que lo que nos pide el sentimiento, el cuerpo y la razón es que se vote por convicción, pero esto nos llevaría a salvarnos a nosotros mismos, a quedarnos con nuestra conciencia tranquila, aunque la votación desde la responsabilidad pensamos que nos llevaría a evitar que la sociedad sufra más, a poder cambiar las políticas que tanto sufrimiento han ocasionado, aunque todo ello nos ocasione al decidirlo un dolor de cabeza y de corazón.
En cualquier caso es nuestro comité federal el que tiene ante sí el reto de tomar la decisión correcta, la que menos dolor ocasione a nuestro pueblo. De esto hablamos en nuestra asamblea las 35 personas que intervenimos. Este fue nuestro debate sin votaciones, sin mayorías y sin manipulaciones.
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