Jubilados almerienses tranquilos, Soto asegura las pensiones

Juan Torrijos
23:49 • 31 oct. 2016

Los más de cien mil jubilados que tiene nuestra provincia pueden estar tranquilos, doña Rosario Soto, senadora del reino de Rajoy, nos ha dicho a los “jubilosos” almerienses que nuestras pensiones están aseguradas. Gracias, doña Rosario. Qué sería de esos ciudadanos, entre los que me encuentro, si no fuera por esas palabras que salen de su boca y que llevan paz y sosiego a tantos hogares como dependen de las pensiones de los almerienses. Es de imaginar que lo mismo que ha hecho usted en Almería lo habrán hecho sus compañeros en el resto de las provincias españolas. Son ustedes unas máquinas. Los jubilados sólo tenemos un problema, que les conocemos de sobra y no nos fiamos. Un día nos aparece la noticia de que el dinero de las pensiones se nos acaba en un año. Y nos lo creemos. Y al día siguiente aparece usted y nos dice que los de Almería tenemos las pensiones aseguradas. ¿Y los pensionistas de Murcia y del resto del país? Tras la abstención del PSOE y con el nuevo gobierno mandando, ya aparece la gente de ciudadanos con una ley electoral que les beneficie a ellos especialmente, y saben lo que ello conlleva, que se aumente el número de políticos en la cámara. 
Está claro que va a ser más complicado que las pensiones de los jubilados puedan estar aseguradas si la única solución que buscan y quieren los políticos es aumentar en número de ellos en las distintas cámaras y plenos del país. Pongamos un impuesto de donde se paguen las pensiones, dicen estos listos, y en esas andan. Y mientras aparece doña Rosario Soto intentando traer cierta tranquilidad a las vidas de los jubilados: “Los más cien mil almerienses jubilados tienen aseguradas sus pensiones”. Y nosotros, viejos y hartos de que nos engañen los políticos, vamos y nos creemos a Soto. 
El mensaje que no se oye entre los padres de la patria es que hay que recortar el gasto público. De eso nadie quiere oír hablar. Tenemos más políticos cobrando de nuestros impuestos que en cualquier otro país europeo, más coches oficiales, más empresas públicas, más viajes de lujo y más facturas de comidas y otras historias saliendo del dinero público, ese que según ellos, los políticos de guardia, no tiene dueño. Y como no tiene dueño ellos se lo gastan alegremente sobre sus cuerpos y el de sus allegados. ¡País!


 







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