Claro que se puede. La cuestión es: si se quiere. Cualquier organización puede mejorar si se lo propone. Todo es cuestión de implantar una cultura organizacional de mejora continua. Caminar hacia la excelencia: organizativa y profesional.
Lo que sorprende, es que aún domine en el ambiente una idiosincrasia de que así son las cosas: como si existiera una ley sobre la apatía y la falta de proactividad en el ámbito de las organizaciones, y de todo un territorio.
Han pasado demasiados años sin que hayamos superado una crisis que ha debilitado nuestro tejido productivo y empobrecido a una gran mayoría de la ciudadanía. En pocos años se han diagnosticado nuestras grandes carencias democráticas, empresariales y económicas.
No es casualidad que nos encontremos en la grave situación socio-política-económica; durante los últimos veinte años hemos mirado para otro lado y nos hemos creído que avanzábamos correctamente en todos los aspectos.
Observo, analizo, y hago un diagnóstico, con la mirada y el pensamiento, de un español que intenta poner un grano de arena en la mejora de España: de su tejido productivo y social. Con la experiencia y el conocimiento de un experto en estrategia organizacional, en mejorar el rendimiento de las organizaciones a través de la mejora de las actitudes de las personas que las conforman.
Durante años he escrito centenares de artículos sobre management, recursos humanos, y de sociedad en general. He tratado sobre algunos de los personajes que considero más tóxicos para el buen funcionamiento de un territorio, de una organización de todo tipo.
Que le puedo decir, apreciado lector, del gran daño que han causado en los años del “todo vale” de los triunfaores: personajes sin escrúpulos que hundieron empresas, y engañaron a diestro y siniestro, con el beneplácito de la admiración colectiva. Llamábamos triunfador a un golfo, dejando los valores y comportamientos de cómo llegó a la cima, a un lado.
Tengo simpatía por los cuentacuentos. ¡Cuántas motos vendieron! En las organizaciones políticas alcanzaron grandes cuotas de poder. Es lo que ahora llaman algunos politólogos: elaborar el relato. A muchos empresarios dejaron en la ruina total con el cuento de: compra por cinco que venderás por cincuenta.
La fauna de perfiles y personales tóxicos, causantes, desde mi punto de vista, de gran parte del empobrecimiento colectivo en el que nos encontramos, es amplia.
Quiero añadir a la lista de empobrecedores colectivos, a un personaje que seguro usted ha conocido alguno. El “endiosado”, ha causado grandes pérdidas a todo tipo de organizaciones. Es un perfil para tesis doctoral. Un personaje: mitad humano, y mitad celestial. Intocable.
No caminan, levitan. Conocedores de todo lo conocido y por conocer: auténticos gurús de las tramas del entramado.
Afortunadamente, y por el bien de todos: de excelentes empresarios, políticos, y ciudadanía en general; estamos desmaquillando a estos personajillos que han vivido del engaño, las apariencias, y la golfería.
No necesitamos reinventarnos; los españoles de bien, debemos comprometernos en fortalecer nuestra Democracia, con comportamientos y valores constructivos del bien común; reorganizar nuestro tejido productivo para posicionarlo donde le corresponde internacionalmente; y pongamos en valor el mérito y la valía, para que crear auténticos espacios de innovación.
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