E l “Diccionario Oxford” la ha puesto de moda. Se llama “posverdad”. Y tiene que ver con aspectos meramente emocionales y periféricos de la realidad. Es decir ,si los antiguos filósofos realistas nos habían enseñado que el juicio era un compuesto de observación y de lenguaje, aquí poco tiene que ver el objeto racional. En la llamada “ posverdad” bien poco cambian los políticos. Acabamos de asistir a fenómenos de multitudes sociales como el “brexit” en el Reino Unido o la ascensión a la Casa Blanca de un empresario que dice no saber nada de política. Y tal vez no esté lejos de este terremoto demoscópico la posible ascensión de la ultraderecha en Francia, y en otros lugares de Europa. Así pues” Posverdad tendría r alguna concordancia con el fascismo de entreguerras, la vida tomada como rencor y agresividad. Un hombre cree que debe deportar once millones de indocumentados. Lo dice a los cuatro vientos contra la prensa, contra los intelectuales del mundo y contra las grandes multinacionales, y va el que tiene fama de paleto y gana las elecciones. Primacía pues delo que se siente frente a la verdad revelada y canónica . “The Economist” ha definido bien este momento partiendo de la emoción de las masas: “ Donald es el máximo exponente de la política de “posverdad”, una confianza en acciones que se sienten verdad pero que no se apoyan en la realidad”. Pensemos pues en esos programas televisivos regidos por la audiencia pero vacíos de contenido alguno . salvo lo que ellos llaman el entretenimiento que es hablar mal del prójimo Por aquí también ocurren cosas en relación con el sentimiento. Una mujer de 81 años que se alumbraba con velas plantea el problema de la pobreza energética . Dicen que en España hay siete millones que no pueden tener sus casas a temperatura adecuada. Estas y otras injusticias mueven a las clases medias bajas a mirar el mundo desde el sentimiento, por encima de cualquier prédica más racional Y es aquí donde toma cuerpo el mensaje de Trump aunque a primera vista parezca un contrasentido. No hay modo , a lo que parece , que la corrupción de los partidos tenga incidencia en los resultados electorales, según hemos visto en las consultas pasadas, probablemente en España la “ posverdad” esté haciendo también de las suyas .
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